Opinión
El seboso
U n cargo podemita, seboso, graso y sebáceo, ha arremetido contra Rafa Nadal porque el gran deportista español ha manifestado su deseo, totalmente legítimo y democrático, de unas prontas elecciones generales. El seboso, que parece como buen podemita poco amigo de las urnas, se ha referido al mejor deportista español de todos los tiempos como soporífero, pasabolas e hipermusculado. Toni Nadal, tío y entrenador de Rafael hasta pocos meses atrás, le ha puesto en su sitio al grasiento forúnculo. Y mala suerte, días más tarde de los insultos del «foie gras», Rafa Nadal regaló al mundo uno de los partidos más espectaculares, inteligentes, amenos y emocionantes de su larga carrera de éxitos contra el extraordinario argentino Juan Martín del Potro. Hoy, domingo, a partir de las tres de la tarde, Rafael Nadal disputará su undécima final de los Campeonatos Internacionales de París, conocidos por Roland Garros, contra uno de sus más aventajados discípulos, el austriaco Thiem. No ha estado oportuno el pringoso mantecado.
Hay que olvidarlo y resumir el asunto en la gloria de Rafael Nadal. El adiposo bastante tiene con sobrellevar su amargura y su envidia de tocinete blando. Lo que más molesta al margarino es la musculación de Rafa. Lea bien, pajillero. Para poseer una musculatura como Rafael Nadal hay que entrenar durante muchos años las mismas horas, al menos, y todos los días, que el aceitoso gasta en intentar en solitario la emulsión de un deseo carnal. Lo que el poeta anónimo en sus pareados a Godoy denominó «ajipedobes». «Era de Castuera/ y medró, ¡Quién lo dijera!/ Y en las alforjas traía/ ambición e hipocresía,/ y además de la ambición,/ poquísima educación./ Amor desatado al vino/ y a la carne del cochino./ Entró en la guardia real/ y dio el gran salto mortal./ Con la Reina se ha metido/ y todavía no ha salido,/ y su omnímodo poder/ viene de saber j...cantar/. Mira bien, y no te embobes./ Da bastante ajipedobes./ Si lo dices al revés/ verás lo gracioso que es». Así, el gordinfloncillo blandiblú jamás se podrá acercar a la musculación de don Rafael, su sueño.
Yo me pregunto. ¿Ese odio vitriólico no será consecuencia de un amor imposible? Rafael Nadal es, además de un tenista que entra en el trio más grande de la Historia del tenis, acompañado por Federer y Rod Laver, un afortunado novio de una mujer excepcional, Francisca Perelló, que sigue y anima a su hombre en todas las grandes citas. Esta mujer, que forma el grupo de las guapas junto a la madre y la hermana de don Rafael según el simpatiquísimo Aleix Corretja, es la que reúne todos los sentimientos e impulsos primaverales del gran tenista. Y es probable, que esa muralla de imposible superación y acceso, le duela sobremanera al espeso espermático que recela de las urnas. La vida es muy rara. Un amor imposible, un deseo arrebatado, una obsesión física, alcanza con prontitud las fronteras del odio. Pero en tal caso, el odiado por el sebáceo no tendría que ser Rafa Nadal, sino Francisca Perelló, que es el problema insalvable. Cosas de la primaveras frustradas y los sueños imposibles.
Hoy domingo, gane o pierda, Rafael Nadal sumará una nueva hazaña a su historial incomparable. Insisto. No veo muy partidario a nuestro Rey Felipe de hacer uso de su facultad regia de conceder títulos nobiliarios. Pero de recordar algún día que puede permitirse ese acto de reconocimiento y justicia le recomiendo tres. Uno, dos y tres, tres banderilleros en el redondel, como recitaba la Ortega. Los tres con Grandeza de España. Rafael Nadal, duque de Manacor. Plácido Domingo, Duque de Igueldo. Amancio Ortega, Duque de Zara, que suena bien a pesar de ser una marca comercial.
Hoy domingo, gane o pierda, Rafael Nadal nos llenará a millones de españoles de orgullo y emoción, y a muchos menos españoles, de envidia y rencor. Entre los segundos estará el grano de sebo podemita que odia a los triunfadores y quiere impedirles la democrática acción de votar. Y doy por terminado el texto, por aquello de la misecordia. Este pobre sujeto, lo que produce es pena.
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