Opinión

629..

Creíamos estar viviendo en ese momento en el que las personas habíamos dejado de ser un número. Hemos visto números tatuados en los brazos de millones de judíos en campos de concentración, hemos visto cédulas de compraventa de esclavos, y nos vanagloriábamos de haber dejado atrás el guarismo inhumano. Nos equivocamos. Hemos vuelto a identificar a las personas por simples números y , lo alarmante, es que parece que lo hagamos sin predecir una denigración de la raza humana; una nueva, otra vez.

Hace unas horas, el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, anunció al mundo, con la grandilocuencia de los grandes locos que se creen llamados a salvar al mundo, que su gobierno no dejaría desembarcar en puertos italianos a 629 inmigrantes a bordo de una embarcación. Y argumenta su decisión aduciendo su posición contraria al tráfico de seres humanos. Qué absurdo. Todos somos contrarios al comercio de personas y de las mafias de la inmigración ilegal que llenan sus bolsillos a costa de colmar el Mediterráneo de cadáveres. Pero eso no se soluciona negándoles el auxilio humano. Es como si un padre que le ha dicho a su hijo que no monte en bicicleta, cuando éste le desobedece, se cae y queda tendido en el suelo con la pierna rota y una brecha en la cabeza, no corre hacia él para ayudarle. Una cosa es la autoridad paterna y la desobediencia filial , y otra muy distinta la ostentación de la denegación de auxilio. Salvini insiste en que su objetivo es garantizar «una vida serena a estos chicos de África y a nuestros hijos de Italia». Olvida que «esos chicos» también son hijos de alguien.