Opinión

Clima

Beligerantes contra la «idea» del cambio climático sonríen porque, dicen, las lluvias y el frío diferidos de este año, son prueba de que el calentamiento global «no existe». En nuestra inefable era hemos conseguido convertir el clima y la ecología en cuestiones ideológicas. No científicas, sociales, incluso... ¡económicas!, como deberían ser, sino sectarias. Disputa de izquierdas y derechas. Lo mismo se hace con el feminismo, y otros temas sensibles. La izquierda siempre «escoge» las mejores causas, por cierto: feminismo, ecologismo, inmigración..., aquellas donde subyace un fondo de justicia social. Mientras la derecha, asombrada, cree que su obligación es llevarle la contraria a la izquierda, de modo que toma posiciones «en contra» de lo que parece ser «bandera» de la izquierda. Resulta original que, a estas alturas, muchos ciudadanos sigan sintiendo de forma tan apasionada los colores «izquierda» o «derecha», que continúen en la confrontación ideológica. Los millenials por lo general están menos ideologizados, pero de esa generación para arriba, la ideología manda en la conducta y mentalidad de muchos vecinos. A pesar de que, a la hora de votar, la duda les embargue, y la ideología se debilite a la vista de la situación real.

Lo cierto es que el clima es un «problema». No de izquierdas o derechas, sino de las personas de verdad. El término «Basuraleza» está sustituyendo a «Naturaleza», y da cuenta de la degradación medioambiental. Las tardías lluvias y el frío «no» son prueba «contra» el calentamiento global, sino lo contrario: porque el Polo Norte se está calentando. Al hacerlo, su frío «polar» sube a las capas superiores de la atmósfera. Un trallazo de aire congelado. Como abrir la puerta de un frigorífico gigantesco... Ese aire gélido se expande desde allí. Y lo cambia todo, provoca lluvias y frío. Sí: debido al calentamiento global, probablemente ha llovido más en España. El cambio climático también afecta a las cosechas, provocando hambrunas que pueden repercutir en la historia de la humanidad aumentando de forma exponencial y muy comprometida los flujos migratorios desde África hasta Europa. Hacia una Europa donde la UE mantiene una parálisis irresponsable, cuando no vergonzosa, con su inexistente política común sobre migraciones. Todo lo que importa, tendemos a convertirlo en un combate ideológico. Pero los problemas requieren soluciones prácticas, no visiones electorales interesadas.