Opinión

¿Se sabrá al fin?

Escribe Jesús Rivasés con su habitual acierto, del último discurso de Rajoy. Lo pronunciará en el Congreso del Partido Popular que elegirá a su sucesor al frente del que fuera partido liberal conservador. Apunta Rivasés que el contenido de su discurso pasará por el visto bueno de Carmen Martínez de Castro y Pedro Arriola, el nigromante y hechicero del PP que un buen día descubrió Aznar con su larga mirada hacia el error. Tiene contrato hasta el 31 de diciembre y una vez más, el PP le encomendará que se equivoque de nuevo.

Ese último discurso de Rajoy ya lo ha pronunciado, y ha sido la mejor prédica de un exPresidente del Gobierno. Rajoy es un buen orador, pero su último discurso ha superado todas sus anteriores palabras. El último y gran discurso de Rajoy es de una brevedad emocionante: «Registrador de la Propiedad en Santa Pola». Derrotado por la Moción de Censura pandillera, Rajoy renunció a su escaño, anunció su lejanía con la política, y se instaló, en apenas una semana, en Santa Pola, donde recuperó su profesión. No ha interferido para nada en la campaña de las primarias de su partido, no ha mostrado preferencia alguna por ningún candidato, se levanta cada mañana a primera hora, hace deporte, se ducha y acude a su puesto de trabajo en una localidad alicantina. Un discurso ético y estético que no se puede mejorar.

Temo particularmente la intervención de Arriola, sin perder de vista a Carmen Martínez de Castro. Arriola ha sido, desde los tiempos de Aznar, su primer contratante en el PP, uno de los personajes que más y con mayor brillantez han influído en el desmoronamiento y barullo del partido conservador de España. Y todo porque acertó en el resultado de unas elecciones que ya estaban acertadas. En una aldea montañesa conocí al tonto del pueblo en los días previos a las segundas elecciones generales que ganó el PP de Aznar, con abrumadora mayoría absoluta. Arriola le presentó toda suerte de gráficos, estadísticas y demás chorradas elaboradas en su despacho, mientras el «tontucu» de la aldea sita en Cabuérniga lo vaticinó sin pasar la factura y hacerse el interesante: – «Por ''ista'' vez no hay tu tía. Ganará el Bigotes por ochu a ceru». Y dio en el clavo.

Pero Jesús Rivasés aporta un dato de gran interés. Al fin se sabe cuándo termina el contrato de Arriola con el PP. De los contratos de Arriola con el PP nadie en el PP ha sabido nada jamás. Transparencia, decían. He preguntado en público y privado a presidentes, presidentes autonómicos, secretarios generales, diputados, senadores, diputados provinciales, alcaldes, vicealcaldes, concejales, y demás tenedores del poder en el PP por los contratos de Arriola, y nunca recibí respuesta ni orientación. No lo hice por curiosidad malsana. Intenté averiguarlo en pos de una pretensión lógica. Cerciorarme del nivel de capacidad autodestructiva del Partido Popular. Si no gana Soraya –que renovará el contrato a Arriola–, es muy probable que el nuevo presidente del PP aporte los datos precisos. Se ha dicho que el mundo no se sentirá plenamente informado hasta que se sepa quién ordenó y ejecutó el asesinato de Kennedy, cuántos días precisó el oso en devorar al rey Favila y cuánto ha cobrado Arriola del PP para hundir con sus sugerencias al PP. Muy cerca de donde me hallo hasta mi inmediato retorno a Madrid, en el oriente del Principado de Asturias, me han asegurado que el oso se comió a Favila en siete degustaciones. No pongo en duda que mi informador se ha tomado, al menos, la molestia de documentarse al respecto. Lo de Kennedy es más complicado, y cada día que pasa, se enreda más el hilo hacia la luz. En los Estados Unidos muy pocos mantienen la tensión de la curiosidad, y Kennedy es un pasado sin derecho a la memoria histórica. Pero al fin, lo de Arriola se va a conocer, si bien no se descarta que el contable que lleva su carpeta de facturas sufra en sus vacaciones playeras el ataque de un tiburón.

Lo sabremos, y después de sabido, conocido, analizado y celebrado, nada pasará. Sucede con los grandes enigmas. Que se resuelven, y tampoco son para tanto. Ya se conoce, gracias a mi gran amigo Jesús Rivasés, que el 31 de diciembre se cumple el contrato de Arriola. Eso quiere decir que hay contrato y constancia de la fecha del vencimiento. Ahora sólo falta por saber cuánto ha percibido Arriola por deshabitar de ideología al Partido Popular y en cuantas ocasiones, por indicación de Soraya, Montoro ha procedido a ordenar que sea investigado por Hacienda.

Al final, todos somos iguales, aunque algunos sean menos partidarios de la igualdad que otros.