Opinión

Internet y el autor

Tras el rechazo por parte del Parlamento Europeo de la nueva normativa europea sobre derechos de autor, y en medio de la polémica que había generado, especialmente por la obligación que impondría a las plataformas digitales como Google, YouTube o Facebook de supervisar que los contenidos que los usuarios comparten en ellas no infringen las normas de propiedad intelectual, se abre un periodo de reflexión que debiera ser aprovechado por todos los implicados para llegar a una solución que haga compatibles los intereses en juego. No es este el espacio adecuado para afrontar un estudio en profundidad sobre el tema, pero sí para plantear la necesidad de un acuerdo. El objetivo de la nueva regulación consiste en establecer un marco armónico de cierto reequilibrio entre los creadores y las plataformas digitales, reforzando la obligación de los proveedores de obtener una licencia acorde con el uso que se hace de los contenidos y garantizando que los titulares de obras protegidas sean remunerados de forma equitativa y proporcional, de acuerdo con el valor económico que se realiza del contenido creativo. Los opositores a la directiva entienden que la no consideración de ciertas plataformas como puertos seguros, los cuales permiten alojar contenidos sin responsabilidad alguna, supondrá una censura previa y puede provocar abusos de los que resulten limitaciones de las libertades de los usuarios. Este receso en la tramitación supone una oportunidad para alcanzar una solución equilibrada que garantizando la indemnidad del derecho de autor no restrinja las libertades en Internet. La reforma es necesaria y urgente. La anterior directiva denominada de armonización de determinados aspectos de los derechos de autor y derechos afines a los derechos de autor en la sociedad de la información data de 2001. Han trascurrido 17 años y el uso de la red ha crecido exponencialmente. Cuando el hombre comenzó a surcar los océanos se estableció un principio denominado libertad de navegación, formulado por Francisco de Vitoria: ningún estado llegaba con su jurisdicción a los océanos, pero pronto hubo que establecer controles contra la piratería y la trata de seres humanos. Internet requiere regulación, y esto no supone ir contra su naturaleza, tan solo garantizar el verdadero goce y ejercicio de todos los derechos, entre los cuales se encuentra el de la propiedad intelectual. No podemos seguir castigando el ingenio humano.