Opinión

Leyenda Gento

Se escribe estos días de Cristiano Ronaldo, que ha abandonado al Real Madrid para jugar con la Juventus de Turín. Me parece un buen momento para la despedida. Y con independencia de su carácter y manera de ser, hay que despedirlo como se hace con una leyenda. Sus números son impresionantes. Muy certero y generoso tendrá que ser el Real Madrid para suplir su ausencia. Cristiano Ronaldo ocupa ya, por decisión de la prensa deportiva, un sitio en la Historia del Real tan alto como Di Stéfano. Existe una diferencia entre uno y otro en lo personal. Di Stéfano fue un señor y Cristiano un caprichoso. Pero el que ponga en duda su soberanía futbolística, no sabe nada de esto. Es el que más goles ha marcado y el que más patadas alevosas ha recibido con la complacencia del arbitraje español, amorosamente inclinado a proteger a su Messilín, hijo adoptado por Villar y Sánchez Arminio. Se va un gran profesional y un futbolista insustuíble. El beneficio que obtiene el Real Madrid con su despedida no es sólo económico. A partir de la temporada que viene, los blancos marcarán muchos más goles de libres directos. Todo hay que valorarlo.

Di Stéfano es una leyenda, como Cristiano. Y como Puskas, Santamaría, Kopa, Stielike, Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo Nazario, Santillana, Juanito, Beckham, Gordillo, Pirri, Laudrup y... Gento. El grandísimo Francisco Gento, presidente de Honor del Real Madrid, al que nadie menciona en la prensa del deporte, que dentro de lo que cabe, deja mucho que desear en demasiadas ocasiones. Paco Gento no es sólo una leyenda que se mueve en solitario, un genial futbolista discreto y escondido de focos y popularidades. Es el promotor, el jefe con mando en plaza de una familia ejemplar que ha triunfado en el deporte gracias a su calidad, coraje y señorío. Los Gento y los Llorente Gento.

Paco Gento es montañés, de Guarnizo, el Astillero, como Joaquín Leguina, rincón oriental de la bahía santanderina. Su hijo Paco, radiólogo, me ha acompañado en el último mes en los momentos difíciles, y gracias a él he sabido que don Francisco, desde la muerte de un hermano, no ha vuelto por sus raíces. Es decir, que mi ilusión era disputar una partida de bolos montañeses con la leyenda, y la leyenda por vencer la melancolía, no desea recuperar los paisajes de su infancia. Vamos a ver, don Paco. Entiendo que me estoy aprovechando. Usted tiene como poco, doce años más que yo, que no soy un niño. Pero si usted se entrena un par de tardes, usted me saca de la bolera a trompazos. Le propongo un plan. Si contra usted es imposible, al menos que lo sea contra sus familiares. Hijos, sobrinos y demás gentos. Yo jugaría en la cuadrilla con mis cuñados, y me atrevo a adelantarles unos instantes de confusión. Cuando me vean lanzar, a la mano o al pulgar, la primera bola, coincidirán que están contemplando uno de los más bellos espectáculos que puede regalar la estética. Eso sí, su pasmo y admiración durará el tiempo medido de la parábola, hasta que salte el conejo. No es sencillo lograr el choque de la encina con el abedul. Y vuelva por su tierra, que La Montaña no está sobrada en la actualidad de leyendas vivas, de paisajes gloriosos que se mueven, y usted es uno de ellos.El paisaje montañés que más se mueve no es precisamente un paisaje a disfrutar. Y sabe a quién me refiero.

Gento, don Francisco, es el futbolista que más veces ha ganado la Copa de Europa. Seis en su haber. Tiene aspecto de roca. Los montañeses de la costa nacen rocas y los del interior, robles. No es sólo el Presidente de Honor del Real Madrid, sucesor de su gran amigo y compañero don Alfredo. Es el jefe de una gran familia, que tiene más valor todavía. Puso en el fútbol demasiado alto el listón, y los Llorente Gento se pasaron al baloncesto. Dieron sobradamente la talla. La deportiva y la humana, como el jefe, esa sombra que se apoya en los barandales del Astillero cuando se halla a centenares de kilómetros del Astillero. Milagros de la vida. Leyenda. Di Stéfano, Ronaldo y Gento. Buen verano, galerna amainada.