Opinión

Brillante reacción

Creo que no es necesario que reconozca mi menguada –y cada día más menguante–, simpatía por Soraya, la fundamental autora de la descomposición ideológica y social del Partido Popular. Pero lo cortés no quita lo valiente, y es oportuno reconocer que ha tenido una idea brillante. El PP necesita una renovación, y Soraya se ha puesto a ello. No ha buscado en las alforjas del partido. Ha oteado otros horizontes sociológicos, intelectuales y profesionales. Y como el mago que encuentra el conejo blanco en el interior del sombrero, nos ha asombrado con su habilidad de culminar el truco sin apenas esfuerzo.

El PP necesita un nuevo asesor, un colaborador ajeno al partido, modestamente remunerado, que sepa llevar el peso de encuestas y las probabilidades de triunfo o fracaso en sus jóvenes espaldas. Y Soraya lo ha hallado. Osado, con ilusión, y asombrosa experiencia. En los círculos políticos mantiene un gran prestigio por sus aciertos y su medida ambición económica. El joven se llama Perico Arriola, y parece que sale los fines de semana con Celia Villalobos, el arrebato malagueño del PP. Este Arriola es el mismo que el anterior Arriola, pero su proceso de adaptación a los nuevos tiempos le ha convertido en una persona diferente. Ahora es, para colmo, divertido en las sobremesas, y ha encajado de maravillla con otro de los grandes fichajes de Soraya para llevar a cabo la urgente renovación del PP.

Javier Arenas. Javier Arenas manda mucho en Andalucía, a pesar de su discreción social. Se cargó a Esperanza Oña, que era eso, una esperanza con mucha experiencia, y se sacó de la manga a Juanma Moreno, un chico simpático y bien dispuesto, pero nada más. Lo bueno que tiene Javier Arenas es que pertenece a una familia siempre ligada al PP. Es nieto de Javier Arenas, el ministro y colaborador de José María Aznar, e hijo de Javier Arenas, el íntimo consejero de Mariano Rajoy en cuestiones andaluzas. Cuenta, por lo tanto, con la ventaja de la sabiduría heredada. Y tiene sobrado sentido del humor, aunque en ocasiones se vea obligado a contarle el chiste a Arriola varias veces hasta que lo entienda el nuevo arúspice.

Y Soraya, no contenta con la renovación alcanzada, la ha ampliado. Y renueva al PP con Montoro, muy querido en España y especialmente por la clase media, un hombre técnico, afable, de voz melodiosa y convicente y si me lo permiten, de impresionante elegancia personal. Y para dar el golpe final, para poner la guinda de la renovación, para saborear el tocino de cielo sobre lecho de praderas de tiramisú, Méndez de Vigo y Fátima Báñez. Un PP totalmente renovado y abierto a todas las expectativas.

Me considero dichoso como español, aunque mi voto jamás caería en el saco de Soraya. Dichoso de contemplar la capacidad de reacción de esta mujer asombrosa. Ha sido durante muchos años la receptora de todas las informaciones del CNI, pero no es de las que guardan informaciones infectadas. Ella no tiene ni papeles, ni vídeos ni dosieres. Para ella, lo único que merece la pena es España. Sucede mucho con los jóvenes políticos. Se enamoran de lo que previamente han pulverizado. No soy militante del PP. De serlo, mi voto jamás caería en el cofrecillo de Soraya, porque no termino de fiarme de la lealtad de sus allegados. Si están con ella voluntariamente, o a causa del temor que inspira su exceso de información.

Por otro lado, me inspira confianza su respeto a la familia tradicional. Ha sa«El PP necesita una renovación, y Soraya se ha puesto a ello. No ha buscado en las alforjas del partido. Ha oteado otros horizontes sociológicos, intelectuales y profesionales»

bido enlazar, con el fichaje renovador de Javier Arenas, a tres generaciones del luchadores del PP andaluz. Javier Arenas, el abuelo, que terminó hasta los huevos de Aznar. Javier Arenas, el padre, que experimentó lo mismo con Rajoy. Y Javier Arenas hijo, el joven, el impetuoso, que va a seguir haciendo historia en el PP con su generoso saco de nuevas ideas.

Y para variar, Arriola facturando.