Opinión
Homilíacos y paletos
Mentirosos y manipuladores el uno como el otro. El separatismo vasco es de origen clerical, de derrota, sinuoso y vegetal. El separatismo catalán es exclusivamente paleto. Más inteligente el vasco, sabedor de su contribución desde Vizcaya a la unidad de España, que el catalán, que es un separatismo de odio supremacista profundamente acomplejado. El vasco separatista, desde los tiempos del reverendo padre Larramendi, siempre tiene en el fondo de su corazón un rincón de España. El separatista catalán ha ocultado su cobardía usando de excusa su singularidad. El vasco ha estado presente en todas las empresas navegantes, descubridoras y científicas de la Corona. El separatista catalán sólo se ha aprovechado del sacrificio y el riesgo ajeno para hacer negocios. El separatista vasco, muy apegado a las anteiglesias y parroquias pudo estar inmerso, en una época de tinieblas, en los negocios de la esclavitud. El separatismo catalán ha sido claramente esclavista con la mirada bizca de los Gobiernos de Madrid. No sólo el separatismo, sino la alta y media burguesía. Pero también mandaban los tiempos, tan cercanos y diferentes en lo que respecta a la moral y la decencia. En Cataluña, hasta muy pocos años atrás, se ha mostrado en un museo la figura disecada de un esclavo negro, el de Bañolas, perfectamente inmortalizado por el taxidermista. Eso, jamás habría tenido lugar y sitio en el separatismo vasco, que hasta hace poco tiempo, creía en Dios.
En el trato efímero y comercial, el separatista vasco es amable y receptivo con los forasteros del resto de España. Sabe que de ellos depende su negocio y su prosperidad, y huye de la animadversión. El separatista catalán, desprecia al cliente, es decir, al español, y lo seguirá haciendo desde su aldeanismo hasta que se vea obligado a introducirse sus productos por el negro agujero de los entreperniles. Para mí, que los conozco desde que soy niño, los separatistas vascos desean seguir siendo toda la vida, y las de sus hijos y nietos, separatistas vascos dentro de España, con todos sus beneficios. Los separatistas catalanes han alcanzado tan alta cota de paletería, catetería, palurdez y zampatortería que se han creído su pequeñita historia y su mayúscula mentira. No defiendo a unos en perjuicio de otros. Los separatistas estalinistas vascos han sido unos repugnantes asesinos y terroristas, y los separatistas catalanes, salvo excepciones, han tenido el detalle de no imitarlos. No los han imitado por cobardía, porque el separatista catalán ha influído en los vascos recomendándoles objetivos humanos y territorios para el cumplimiento de sus atentados terroristas.
El separatista vasco, si pertenece a un entorno culturalmente moderado, sabe cual fue su principio, su desarrollo y su realidad actual. Jamás existió una Patria Vasca. Por no existir, tampoco un idioma vasco, que supuso una secular lucha de dialectos y desconexiones. Cambiaba el idioma por el curso de un arroyo, hasta que los vascones encontraron la quimera del gran lenguaje. Los catalanes se han creído todo los que ellos han inventado, y sus clases altas y medias siempre despreciaron a su idioma. Se consideraba de muy baja clase hablar en catalán. Los vascos, siempre han considerado a su idioma – a sus dialectos-, una bellísima inutilidad que hay que mantener, no por intensificar la separación, sino por respeto a sus antepasados pastores, agricultores y navegantes. El vasco está en la epopeya de España. El catalán, en sus miserias, exclusivamente en el negocio.
Hemos alcanzado un punto en el que sólo es importante en las relaciones humanas la cortesía, la buena educación y probablemente, la hipocresía. El nacionalista vasco es, con quien llega de su misma Patria, España, cortés, bien educado e hipócrita. El catalán se comporta como un nazi paleto insoportable. Torra jamás hubiera sido Lehendakari, ni Puigdemont respetado en la vieja Euskalerría. Unos son de trasanteayer, y los otros, unos pobres aldeanos.
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