Opinión

¿Rambín?

Liébana se alcanza por el desfiladero de La Hermida, por San Glorio, por Piedrasluengas... Todo es asombro. El lebaniego es un montañés dividido en costumbres y acentos. Tiene más accesos desde la Alta Castilla que desde Cantabria. Los lunes son festivos. Y fue refugio de los últimos maquis, hoy entronizados por una parte de la sociedad lebaniega. Juanín, que era del valle y Bedoya, de Serdio. Se han escrito muchas verdades y más tonterías de uno y de otro. En el libro «los que se echaron al Monte», biblia de la ingenuidad y el sesgo, Juanín aparece como un santo perseguido y ejecutado por la malvada Guardia Civil. Juanín permaneció seis horas bajo la balconada norte de la casa de Escalante en Mazcuerras para secuestrar a Manolo Escalante y poner precio a su vida. Era, pues, un santo muy relativo. Pero en Liébana viven aún parientes de Juanín, como en Serdio de Bedoya, y lo mas caritativo es no menear los malos recuerdos ni las melancolías necias.

Quien se conoce Liébana, sus refugios, sus cuevas, sus piedras horadadas, los pasos del oso, del lobo y del jabalí, puede permanecer oculto durante semanas. Sucede que a la Guardia Civil se pueden unir las diferentes partidas de cazadores lebaniegas, que también se conocen el lugar como la palma de la mano. Escribo de esto porque un individuo violento de Turieno, junto a Potes, ha herido a dos guardias civiles, se ha atrincherado durante horas en su casa y posteriormente ha burlado el cerco policial y se ha escondido en el monte. Ese bucle melancólico de los llamados guerrilleros o maquis, ha llevado a los periodistas a denominarlo el «Rambo de Turieno», lo cual, en principio, suena a broma. Rambín o Rambuco, también, de haber nacido más hacia el este o el oeste.

No siempre los operativos son efectivos. Y algo ha salido mal. Pero la Guardia Civil, si se equivoca, no reincide en su error. No le arriendo las ganancias a Luciano J. Simón, el Rambín, que cuenta también con la amnistía de algunos de sus vecinos pese a su violento carácter. «Nunca ha hecho mal a nadie, y no es peligroso sino todo lo contrario, lo que le sucede es que no traga a la Guardia Civil. Por eso, antes de entregarse, se pega un tiro». Confusa descripción la del vecino, perfectamente adaptable decenios atrás cuando Juanín fue sorprendido por una pareja de la Guardia Civil y tiroteado.

A las Fuerzas de Seguridad del Estado, y en el caso que nos ocupa y preocupa, a la Guardia Civil – la misma Guardia Civil cuyos miembros se juegan la vida todos los inviernos en los Picos de Europa en acciones de salvamentos de montaña protagonizados por majaderos que ponen en peligro sus vidas y las de los demás por su arrogante ignorancia e imprudencia–, se le debe eterno y emocionado respeto. El respeto de la sociedad lebaniega y montañesa lo tienen comprobado y asegurado. No así el respeto del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, el de la televisión, que se extralimitó colgando en las redes sociales un mensaje bajero e inaceptable si proviene de un político con supuestas responsabilidades. «Ha sido una chapuza», escribió del operativo establecido por la Guardia Civil. Mas tarde, avergonzado por la vergüenza de sus consejeros, borró el tuit e intentó arreglar la institucional grosería. Los que más lamentan la huida de Luciano Simón, el Rambín o Rambuco de Turieno son los guardias civiles, precisamente, los mismos que protegen la integridad física del Presidente de Cantabria cuando así se lo ordenan.

Resulta interesante analizar la reflexión final de Miguel Ángel Revilla: «Algo ha fallado porque un tío anda por ahí con un arma». Tiene toda la razón. Algo ha fallado, y la Guardia Civil está en la dura labor del corregir el fallo. Si reparamos y repasamos los fallos que la política y la ambición procuran, el de Rambín o Rambuco se queda en aguas de borrajas. Porque, siguiendo al pie de la letra la reflexión de Revilla, algo ha fallado porque un tío anda por ahí con una presidencia que jamás ha ganado en las urnas.

Y se me antoja este fallo más preocupante que el otro.