Opinión

Alivio estival

El verano con sus cosas. Sustos y alivios. El primer susto nos lo ha proporcionado el nuevo presidente del PP, Pablo Casado, reiterando a Soraya su invitación a ocupar un alto cargo en el Partido Popular. Susto que se ha acrecentado al confirmar a Juanma Moreno como candidato a presidir la Junta de Andalucía. Los políticos tienen, en ocasiones, un sentido de la renovación poco aplicado. Por lo demás, todo normal. Rubiales está siendo investigado por si hubiera pagado los arreglos de su casa con dinero del fútbol y Bartoméu ha roto en sollozo cuando ha visto las botas que utiliza Iniesta en Japón. En el tacón, la Bandera de España. Lástima que no hallara tan encomiable modelo durante los muchos años que vistió la camiseta cantonal suiza del Barcelona.

Pero de Cataluña nos viene y llega, como brisa marina al tórrido calor de la meseta, el alivio. La nueva responsable del partido separatista que cambia de nombre cada seis meses, una tal Miriam Nogueras, que no está del todo mal para coincidir con ella en un bar de moda, ha manifestado con la simpatía que caracteriza a la gente del forajido emigrado a Alemania, que España es un estercolero putrefacto. Me parece mal lo que ha dicho. Es muy duro definir a una de las naciones más ricas del mundo en la Literatura, la Historia, la Poesía, las grandes hazañas oceánicas, la Mística, y la Milicia, como un «putrefacto estercolero». Ante todo, es brutalmente injusto. Tan injusto como si el autor de este texto, que nada sabe de la vida de la joven Nogueras se pasara siete pueblos calificando a la prometedora muchacha de zorrón desorejado. Pero acudamos al alivio, que también de Cataluña proviene.

Menos dos, que aún permanecen escayoladas con pegamento y papel celofán, todas las cruces amarillas de Vic han sido dadas de alta en los diferentes hospitales y centros de salud de la autonomía catalana. Treinta y ocho en total. El presidente Chistorra las visitó el pasado lunes y después de reunirse con la Comisión de Doctores de Medicina para la Independencia, viajó a Berlín para comunicarle personalmente al «caganer» que no ha habido que lamentar víctimas mortales entre las cruces amarillas gracias a los doctores y a las oraciones del Obispo de Solsona. No obstante, el propietario del pequeño utilitario que atentó contra la vida de las cruces amarillas, se enfrenta a una petición de Cadena perpetua no revisable, por sus malísimas intenciones. La cruz amarilla más deteriorada, la trigésimo novena derribada, que presenta amputación de brazo, astillitis y mucho dolor patrio, le ha pedido a Chistorra que haga lo posible por evitar, en el futuro, nuevos atentados contra la seguridad en Cataluña. Y el «colitis», desde Alemania, le ha enviado un tarjetón manuscrito con palabras rebosadas de reconocimiento y emoción.

Tengo entendido que, cuando sean dadas de alta las dos cruces que permanecen ingresadas, se les ofrecerá un concierto-homenaje en el Parlamento de Cataluña con la participación de afamados grupos canoros. El acto será presidido por Chistorra y lo presentarán Karmele Merchante y Juanjo –ahora Joan Josep-, Puigcorbé, que se han comprometido a llevarlo a cabo con la simpática naturalidad que caracteriza a ambos dos. Ciudadanos y PP han declinado la invitación, pero sí asistirá el PSC en pleno con Iceta a la cabeza. Es hombre de danza y contoneos.

Cuando escribo, es decir, en este instante, me llama mi proveedor de cruces amarillas desde Vic para anunciarme la buena nueva. La penúltima cruz amarilla ha sido dada de alta y sólo resta en el lecho la de la fractura y el papel de celofán. Y el Presidente del Gobierno de España, ya retornado de Benicássim de cumplir con su agenda aero-cultural, ha declarado que será el Estado el que se haga cargo de la hospitalización, cura y rehabilitación de las cuarenta cruces atropelladas en gesto de solidaridad de todas las naciones y pueblos de España con Cataluña.

El verano tiene esas cosas. Los gozos y las sombras, Venus y Príapo en las playas, el sol y las galernas, y cuando nadie se lo espera, un emocionante grito de solidaridad de millones de personas con las cuarenta cruces amarillas víctimas del atentado de Vic.

Amparado por la libertad de expresión que aún me acompaña, es mi deber reconocer que a mí – escribo sólo en mi nombre-, el que de verdad me cae bien es el conductor del utilitario.