Opinión

Control

Mientras tecleo «explosivo, estallar, bomba...» (estoy escribiendo un cuento), se me bloquea el procesador de textos, y luego el ordenador... Es muy divertido. Me he acostumbrado. Además, lo tengo todo pirateado, monitorizado, escaneado. El correo electrónico. Las redes sociales (vigiladas, intervenidas, opacadas, como si mi menda fuese una disidente activista en una dictadura orwelliana). El ordenador y todos los documentos que contiene: textos, fotos, etc. Mi «Áifon», que vale una pasta, el condenado, y que por cierto facilita enormemente el trabajo a quienes me inspeccionan, aguaitan y fiscalizan. Porque gracias a él me tienen incluso geolocalizada. Si me hubiesen contado cuando era niña que me pasaría esto, me habría sentido halagada, ¡importante! Ahora, sin embargo, me parece un fastidio. Aunque ya ni siquiera me fijo mucho. Sé que no soy una excepción.

Lo mismo que me ocurre a mí, le sucede a una enorme cantidad de personas, que ni siquiera se enteran. Quizás a la mayoría. Por distintos motivos, y por (a)gentes diferentes, imagino. Causas políticas, de seguridad, comerciales... No hay que obsesionarse con ello. Debemos seguir viviendo, no dejarnos atrapar por la paranoia. Y existe una forma de solucionarlo: desconectarse. Trabajar con un ordenador que no esté enchufado a la red. Con un teléfono que no tenga 4G. Cortar todo vínculo con el ADSL. Tener un móvil que solo sirva para hablar; ya es bastante, teniendo en cuenta que se trata de un teléfono, no de una chistera mágica. Vivir la vida «vintage» pre-WhatsApp, o sea: la de antes de 2009. Porque parece que llevásemos centurias así, pero ni siquiera ha pasado una década desde que todo cambió para siempre. Si quienes controlan a mi humilde persona, y las cosas que escribo, pusieran tanto empeño y cuidado en vigilar a terroristas, malvados y demás descerebrados tronados..., el mundo sería un paraíso de seguridad. Pero, en fin, resulta comprensible: hoy como ayer existe la necesidad de encauzar la información. Y se hace de esta manera. La tecnología facilita extraordinariamente la dominación política. El control informático férreo es un arma de intervención portentosa en esta época en la que nadie necesita ya una tribuna pública para expresarse –prensa, radio, tv...–, porque le basta con abrir una cuenta de gmail. (No cambian los tiempos: los tiempos nos cambian).