Opinión

Con Pujol

Leo en mi periódico que el Partido Popular recibirá con vítores y honores a José María Aznar en la convención programada para el próximo mes de octubre. Entra en la dimensión de la lógica. Aznar fue durante 8 años Presidente del Gobierno y también lo ha sido del Partido Popular. La trayectoria de Aznar es confusa, un diente de sierra, pero pasados los avatares de la gestión nadie le puede negar que ha sido Presidente del PP, como también lo fue Hernández Mancha y como estuvo a punto de serlo, en pleno período fraguista y verstringista, Isabel Tocino. Ya lo decía Pío Cabanillas, refiriéndose a la gran inteligencia y nublada listeza de Fraga. «A Manolo le cabe todo el Estado en la cabeza... pero ni una letra más».

Don Manuel, que lo conocía todo de lejos y de cerca, no se acostumbró a conocer a las personas, y se rodeó muy mal, de pena. Fue la Internacional Conservadora la que dictaminó su refugio político en Galicia, en la política autonómica o regional. Ningún dirigente del mundo occidental entendió la ambigua postura de Fraga ante el refrendo de ingreso en la OTAN, ambigüedad que protagonizó por respetar al biscúter de sus socios del PDP, con Oscar Alzaga y Javier Rupérez al mando del chinchorro. Se lo confesó el entonces Alcalde de París, Chirac, a Don Juan De Borbón: «Un líder conservador que pide la abstención en el refrendo de la OTAN mientras los socialistas anuncian su apoyo a la integración, no nos sirve». Resultó ser un gran presidente de Galicia, y cuando fue derrotado rozó por centímetros, una vez más, la mayoría absoluta. Los socialistas pactaron con los antiespañoles del Bloque –siempre lo hacen– y Fraga desapareció.

Sin un euro en los bolsillos del traje con el que fue amortajado, ni en su cuenta de ahorros. No conoció jamás a las personas, pero sí, y mucho, a la decencia y la honestidad personal.

Me parece muy bien que Casado, que ha banderilleado con tanto arte y eficacia al sorayismo, se afane en pasear por todos los rincones, esquinas y chaflanes del Partido Popular. No ha sido Aznar un ex Presidente cómodo y amable. Tampoco ha hecho gala de ser dueño de una gran memoria. Aznar, que se creyó mucho más de lo que era, designó con su dedito a Rajoy, como si el PP fuera de su propiedad. Cuando el dedito se equivoca, la responsabilidad no termina en el dedito, sino en la cabeza de quien toma la decisión de usarlo para señalar e imponer un sucesor. Para mí que la acidez de Aznar se debe a su delgadez, fronteriza con la enfermedad de las modelos. Haría bien en engordar una decena de kilos, acudir menos al gimnasio, recortar el kilometraje diario de sus carreritas y darse de cuando en cuando al vicio. Cada día que pasa está más flaco, más adusto, más antipático y menos propenso al abrazo. Otro que no se ha interesado en conocer a su gente, porque le basta y sobra consigo mismo. Como no pertenezco al PP ni acudo a sus convenciones, me libero de tratarlo en la cita de octubre. Pero creo que Casado, por respeto a las pequeñas y graves historias que sucedieron en la primera Legislatura aznariana, haría bien en invitar al fundamental socio de su Gobierno, tan infame como los que hoy le han dado el poder al cursi y hortera del avión para el concierto. Pujol le informó a Aznar que no contara con las instituciones y municipios de Cataluña para crear las cajas de mozos a sortear en la Mili. Es más, le ordenó que eliminara la Mili, con la inconmensurable labor social, patriótica y humana que se lograba durante el servicio militar. Pujol le obligó a Aznar a recibir en bandeja de plata la cabeza degollada de Alejo Vidal-Quadras, líder del PP en Cataluña y con una representación parlamentaria numerosa y compacta. Y Aznar le llevó la bandeja con Vidal-Quadras sin remordimiento alguno. Y Pujol le exigió a Aznar la transferencia plena de la Educación a la Generalidad, eliminando cualquier vestigio amable de España en los textos que estudiarían los niños catalanes. Y Aznar le traspasó la total responsabilidad de la Educación en Cataluña. Y al final, como hicieron Suárez, Calvo-Sotelo y Felipe González, sin decírselo se lo dejó dicho. –Jordi, roba con prudencia y que no se note demasiado-.

Después, Aznar hizo grandes cosas. Fue el primer Presidente que se encaró de veras con el Estado de Derecho de escudo y derrotó a la ETA. Y fue un gran impulsor de la economía sin arruinar a impuestos a la clase media española, como ha hecho el tridente deleznable de Rajoy, Santamaría y Montoro.

Si Aznar permanece en su cúpula de soberbia y falsa divinidad, bueno es recordarle que su pasado está excesivamente vinculado a los regalos que recibió un ladrón que sólo pensó en romper España. Duro, pero no errado.