Opinión
Mejor Justicia
El Código de Hammurabi, escrito en el siglo XVIII a.C. tenía como finalidad evitar que el hombre fuerte pudiera actuar injustamente contra el débil, y ya instituía el antiguo juicio de Dios, vigente en Europa hasta la edad media, de tal suerte que, en caso de pruebas poco claras, el acusado debía cruzar un rio cargado de piedras para demostrar, si no se ahogaba, que la razón estaba de su parte. Afortunadamente hemos avanzado mucho en cuanto a la persecución penal se refiere, dotándonos de un derecho penal basado en una serie de principios democráticos, donde destacan el principio de legalidad y el de presunción de inocencia, esto es, solo se puede imponer una pena en virtud de la comisión de un hecho previsto como delito por la ley con anterioridad a su perpetración, y siempre que exista la suficiente prueba de cargo como para desvirtuar la presunción de inocencia que a todos nos asiste.
En España, la justicia penal funciona de una forma correcta en términos comparativos con otros países, y se puede afirmar que concurre un exquisito respeto de las garantías concoticionales. Pero no cabe duda de que se debe afinar el modelo, y para ello resulta ineludible una nueva ley enjuiciamiento criminal, si bien desde ya, se pueden cambiar ciertas actuaciones sin necesidad de esperar a esta urgente reforma.
En nuestro modelo el sistema apunta de forma muy rápida, a veces precipitada, mientas que dispara tarde; esto se puede corregir con un mayor rigor en la formación de previas imputaciones. Por otro lado, contamos con excelentes cuerpos policiales en la lucha contra la delincuencia , y en especial con grupos muy expertos y con un alto grado de eficacia en la investigación preliminar de determinados delitos, como por ejemplo son los delitos relacionados con la corrupción o delincuencia económica; ahora bien, se debe tener en cuenta que en nuestro país la corrupción siendo muy grave, no está relacionada con actuaciones violentas, como por ejemplo la mafia italiana, y por ello en estas investigaciones se deben utilizar los métodos y practicas propios de delitos violentos en el seno de la criminalidad organizada con mucha prudencia. La proporcionalidad debe ser un principio inspirador permanente de toda actuación policial y especialmente judicial. La actuación penal ha de ser tan eficaz como ecuánime.
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