Opinión
La servidumbre de Casado
Angela Merkel tenía debilidad por Mariano Rajoy. Una amiga de la canciller germana, que veraneó varios años en Sotogrande, sostenía, según Javier Ybarra, que la líder alemana miraba al ex presidente español con ojos platónicos y que eso, en los peores momentos de la crisis, garantizaba que Alemania al final salvaría a España. Viri, esposa de Rajoy, nunca tuvo celos, pero preguntó, con cierta sorna, por el origen del chascarrillo. Tiempos nuevos, Merkel le acaba de hacer un favor a Pedro Sánchez, al aceptar ser su invitada este fin de semana, de Doñana. No son correligionarios, ni la política alemana lo verá igual que a Rajoy, pero le debía un favor y ha empezado a devolvérselo, Telediario incluido.
El nuevo de la Moncloa le echó más que un cable al aceptar la devolución de inmigrantes llegados a Alemania tras conseguir asilo en España. Para Pedro Sánchez y para España es bueno, incluso una red de seguridad, que las relaciones con el gigante alemán estén más que engrasadas.
Angela Merkel felicitó a Pablo Casado por su elección al frente del Partido Popular y como líder de los conservadores alemanes le apoyará.
Luego, el tiempo dirá si la canciller ve y trata a Casado sólo como a un colega político o, por su juventud, lo tutela como a un hijo. El jefe del PP es quizá el líder español del centro derecha más liberal en muchos años. Eso facilita las cosas.
Quizá también que Casado admire a Hayek –histórico rival de Keynes– y que su libro de cabecera, responsable en parte de su vocación política, sea «Camino de servidumbre», dedicado por el autor a «los socialistas de todos los partidos», entre los que ahora se podría incluir los que –sí– también están en el Partido Popular y enredan contra su jefe por el asunto del «máster», ahora pendiente del Tribunal Supremo, que hubiera preferido que ese cáliz pasara de largo.
Es la servidumbre de Pablo Casado, que él, como liberal y político, acepta. La política es así, bien lo sabe Merkel.
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