Opinión

El agonismo político

Resulta muy interesante el concepto de agonismo político tan bien definido por Chantal Mouffe en su obra «La Paradoja Democrática»; se basa en una teoría política que valoriza los aspectos potencialmente positivos de ciertas, no todas, formas de conflicto político, superando la búsqueda de consensos como esencia democrática.

Según esta teoría, debemos aceptar un espacio permanente para el conflicto, si bien debe ser dirigido positivamente; en suma, para el agonismo, una sociedad es más democrática cuando permite la lucha entre proyectos alternativos que comparten determinadas reglas del juego. Y es aquí, donde se debe poner énfasis en toda construcción democrática, el respeto de las reglas del juego; admitir que nadie tiene ni la razón ni la verdad absoluta, que no posee soluciones para todo, aceptando que existen otras formas de pensar y de afrontar los problemas. Uno de los problemas de las democracias actuales es que mediante la búsqueda del consenso se pretende negar la existencia de conflictos, cuando la existencia del conflicto y el respeto a las reglas del juego para su superación se erigen en circunstancias que fortalecen el sistema.

Hay fuerzas políticas, por lo general extremistas, que ofrecen un catálogo de soluciones para todo, y por ello buscan la imposición y no la superación conflicto, y lo que es peor, la deslegitimación del adversario. En la gestión de una política migratoria hay muchos puntos de vista, y no se puede calificar de xenófobo al que que tiene una forma diferente de afrontarla; ante la lacra de la violencia de genero hay también diferentes formas de combatirla, y no se debe calificar a alguien como un machista porque aporte alternativas de actuación, y así se podría seguir con muchos mas ejemplos.

Con el nacionalismo ocurre lo mismo, existe un conflicto y hay que admitirlo, mas en su superación, que no solución en términos de Ortega, es básico y esencial el respeto a las reglas del juego, que en nuestro caso pasan por el marco constitucional, incluso ante su hipotética reforma. No se puede afrontar un conflicto sobre la base de que solo hay una solución, y que la fuerza de la razón esta solo de una parte. Partamos de un cuerpo pequeño pero inequívoco de convicciones donde el respeto a la libertad y la legalidad sean esenciales.