Opinión

Secreto de Estado

Existen en todos los países. No hay que enfadarse. En España ha sido Secreto de Estado durante los gobiernos de Aznar y Rajoy lo que cobraba Pedro Arriola. También las benevolencias fiscales de las empresas relacionadas con Montoro. En el Reino Unido se ocultó a los medios de comunicación el número de ataques mordedores de «Pinch», el perrito Jack Russel de la Princesa Ana, que mordió mucho más que el cocker de los Aznar, que mutilaba las pantorrillas de los miembros del Gobierno al llegar a La Moncloa hasta que recibió la merecida y contundente patada de Francisco Álvarez Cascos. A partir de la patada, llegaba Cascos a La Moncloa, y el cocker se escondía aterrorizado en los desvanes donde se guardan los regalos de los viajes oficiales. En Akimbabakwa, Ghana, es secreto oficial y se prohíbe revelar el número de hermanos, primos y sobrinos que fueron ejecutados por el príncipe reinante, Osaguiefo Kuntinaku II. Los rumores apuntan con voz queda que no fueron menos de 8.769, porque la familia de Osaguiefo Kuntinaku II era muy numerosa, y lo que más le dolía al príncipe era la imposibilidad de reunir a todos sus parientes el Día del Fiero León, equivalente a nuestra Nochebuena. En vista de ello, los mató y se evitó el engorroso problema. Mortimer Glasson, el que fuera durante 40 años esposo de Gladys Cooster, camarera de confianza de la Reina Madre de Inglaterra, aprovechando un momento de delicada intimidad preguntó a su mujer por el color preferido de los pololos de Su Majestad, y ella no cayó en la trampa. «Mortimer, no puedo compartir contigo un Secreto de Estado». Posteriormente se levantó el Secreto y se supo que los pololos preferidos de la Reina Madre eran verdes con lunares carmesíes, si bien no desdeñaba los azules celestes con flores estampadas .

En el Partido Popular están enfadados porque el Gobierno ha declarado Secreto de Estado los gastos ocasionados por los desplazamientos en aeronave oficial a Castellón de la presidenta del Gobierno español, Begoña Gómez y de su esposo Pedro Sánchez. Y creo que carecen de razón los enfadados. El viaje de la presidenta Gómez y de su tronco, Sánchez, a Castellón de la Plana, para de ahí desplazarse en ligero helicóptero hasta Benicássim con el fin de asistir a un concierto nocturno de los Killers, formaba parte de la agenda de la presidenta. Se pudo evitar que le acompañara su esposo, pero según parece, él se enfurruñó y la presidenta no tuvo más remedio que acoplarlo en el Falcon para que se calmara. Al ser un viaje amparado por la agenda oficial, el Gobierno está en su derecho a clasificar el viaje y sus consiguientes gastos como «Secretos de Estado». De no haber estado apuntado en la agenda oficial, el desplazamiento podría considerarse un capricho, un abuso de niña malcriada, un derroche del dinero público. Y en ese caso, el PP y Ciudadanos sí tendrían sobrados motivos de repulsa para abrir una investigación. Pero pincharían en hueso. En todas las naciones serias y civilizadas del mundo los conciertos de los Killers se apuntan en todas las agendas de Jefes de Estado y Primeros Ministros. En el año 2014, cuando actuaron los Killers en Oslo, el ministro de Agricultura de Australia voló desde Sidney a la capital de Noruega, con agenda, para disfrutar del culto evento. Y Sidney está más lejos de Oslo que Madrid de Benicássim, así que dejen de tocar las narices al prójimo.

Es cierto que la presidenta Gómez podría haber sido más flexible. Inconvenientes de la inexperiencia. De ofrecer a la opinión pública los gastos de los helicópteros guardando para el Estado el secreto de los gastos del avión militar, nadie habría intentado indagar ni entrometerse en las políticas culturales de la presidenta y su joven esposo. Más aún cuando es sabido que el avión del Ejército del Aire, voló a Castellón, retornó a Madrid, repitió vuelo a la mañana siguiente para recoger a los jóvenes dignatarios y retornó a Torrejón de Ardoz de manera inmediata y ya con los ilustres viajeros acomodados en sus asientos de cuero. Cuatro vuelos, cuatro saltos, sí se me antojan excesivos. Pero al Gobierno todavía le queda dinero ahorrado por el anterior, y por ahora no hay problemas de tesorería.

Un Secreto de Estado es un Secreto de Estado, cáscaras, y no hay derecho a tanta persecución a la presidenta Gómez. Machistas.