Opinión

La inescindibilidad de Llarena

La defensa del juez Llarena ante la demanda presentada en Bélgica ha generado una polémica que creo consecuencia de un posible error en la forma en la que el Gobierno la ha afrontado. A los juristas nos ha retrotraído a las ya lejanas clases de Derecho Internacional Público, en las que se nos enseñaba el concepto de inmunidad de jurisdicción de un Estado. En virtud de este principio, el Estado extranjero no puede ser demandado ni sometido a juicio ante los tribunales de otros Estados, siendo su naturaleza más admitida la de carácter restringido, que consiste en reconocer la inmunidad a las actuaciones públicas de los Estados extranjeros, y en negarla en los casos en que actúen como un particular, distinguiendo pues, entre actos de «iure imperii» y actos «iure gestionis».

En el caso de la demanda contra el juez Llarena, restringir su defensa a su actuación dentro del proceso como juez de lo que se califica una opinión, lo creo un error; se parte de un principio correcto, la actuación personal de un juez es tal y no forma parte de su actuación profesional; esta última se ejerce en nombre de Estado, y como tal, es inmune a cualquier actuación judicial en otro Estado.

Pero es que la frase «en España no hay presos políticos» no es una opinión –concepto que se tiene de algo o de alguien–, sino una simple aserción de algo que es una realidad indiscutible, y que en absoluto puede suponer prejuicio alguno por parte del juez; es algo así, como si hubiera dicho que España es una democracia y hay separación de poderes.

Tal expresión es inescindible de la actuación del juez, recordemos que es el juez que ha decretado las prisiones, y la cuestión es poder explicar cómo un Estado, a traves de su Gobierno, no va a defender ante los tribunales extranjeros a un juez que dice algo tan indiscutible como que en España no hay presos políticos; o ¿es qué acaso se duda de ello?

Que los demandantes, con el fin de crear de forma espuria una causa de recusación, que jamás deberá ser admitida, sostengan lo contrario es algo natural, aunque mendaz; pero no lo es que semejante expresión, «no hay presos políticos», sea calificada como una opinión personal.