Opinión
Juzgar el pasado
Ciertos acontecimientos que se están produciendo en nuestro país en los últimos tiempos ponen de manifiesto lo fácil que es enredarse en cuestiones que, pudiendo tener su relevancia, determinan esfuerzos en las mismas que no se están empleando en otras. Esfuerzos necesarios para afrontar los verdaderos problemas a los que nos enfrentamos en estos momentos: el reto catalán, la deceleración económica, la presión migratoria, el Brexit, etc.
Trascendiendo a los casos concretos, me gustaría exponer ciertas ideas al hilo de la actualidad. La primera es que no debe ser utilizado el derecho penal para la resolución de conflictos que deben ser resueltos en otros ámbitos, los cuales también prevén consecuencias. En segundo lugar, que la máxima «no podemos juzgar al pasado con los ojos del presente» debería ser muy tenida en cuenta, si bien sin caer postrados ante el relativismo moral. Para los que asumimos que en las leyes hay un sustrato de derecho natural, hay escrutinios morales de hoy que son muy parecidos a los de hace veinte siglos, puesto que ciertas prohibiciones valen para todas las épocas, pero no hasta sus últimas consecuencias. Hay ciertas acciones que sí admiten una contextualización a la hora de elaborar juicios morales, más lo que no cabe es un enjuiciamiento temporal que cada uno pueda mover a su antojo y de forma interesada, lo que está mal para unos lo debe estar para otros en casos iguales. Las contextualizaciones deben ser objetivas y no a gusto de consumidor crítico. No cabe duda de que se deben excusar moralmente las acciones que dependen de la acumulación de conocimientos, pero esto no vale para toda acción y mucho menos pretender refugiarse en la masa. En tercer lugar, que uno de los enemigos de cualquier juicio moral es la demagogia y el uso partidario del mismo. Por último, que, aunque esté devaluada la verdad, no mentir es una regla de oro, lo que admita explicación se debe explicar y lo que no, se debe asumir. Como decía Aristóteles, «Platón es mi amigo, pero la verdad me es más querida». Una sociedad libre de medios demagogos es mucho más comprensiva de lo que nos creemos, pero lo que nunca aceptará es la mentira. Todo lo acontecido nos debería llevar a hacer una profunda reflexión sobre estos temas.
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