Opinión
Deposición con autofocus
El presidente regional Torra, ¿lleva la ropa interior hecha de cartón? Lo pregunto porque cada día parece más envarado ante las cámaras. Transporta un rictus en la boca exacto a aquella raya hacia abajo que indicaba disgusto en las caricaturas de los teleñecos. Imagino que lo está pasando mal al darse cuenta que todo el público ha presenciado en directo su muestra de inepcia y total incapacidad para ocupar el cargo al que fue enchufado. Siendo el jefe de la policía, solo a alguien extremadamente torpe se le ocurriría animar a los que agreden a la policía.
El pasado 17 de agosto, los CDR congregaron para sus actos en Cataluña entre cien y quinientas personas. La población de la región se estima aproximadamente en unos siete millones y medio de habitantes. O sea que, demográficamente, los CDR tiene hoy en día en la vida catalana tanta significación como la de una deposición canina insertada en un pieza de madera excepcionalmente afilada. La sobresignificación que se les otorga tiene una explicación. Pese a su poca incidencia en la vida diaria de todos los catalanes, TV3 les da un espacio constante de noticias como si fueran algo determinante o importante para Cataluña. Al fin y al cabo, Torra formó parte de ellos antes de ser incomprensiblemente aupado a la trona que tan grande le viene. A pesar de esos anuncios televisivos gratuitos, que la televisión pública regional nos hace pagar a todos, luego los CDR no sacan ni cuatro escaños en las elecciones. Por tanto, todos los incidentes del lunes pasado se podían haber evitado con facilidad de no haber caído el poder regional en la tontería de enardecerlos para hacerse los rebeldes.
Nadie se cree a ese tipo de fascista violento que asegura practicar sus agresiones para defendernos del fascismo. De Hitler y sus acólitos conservamos solo fotos y viejos documentos de celuloide. Tenemos suerte ahora de vivir en la época de la cámara portátil, el móvil e internet, que registran implacablemente los violentos insultos, las coerciones y las psicópatas agresiones. A Torra le fue de un pelo la noche del lunes que sus propios camisas pardas no le quemaran el Reichstag local. Menudo fallo de cálculo.
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