Opinión

España imaginada

Son muchos los europeos que viajaron a España en la época romántica o pongamos desde mediados del siglo XIX hasta sus finales, y cuentan cosas muy curiosas e interesantes, que incluso no se conocían entre nosotros, pero siempre pudo achacarse a esos improvisados «hispanistas» bastantes errores y desinformaciones, e incluso inventos o imaginaciones propias.

Venían a España en buena parte estos señores viajeros, con una cierta conciencia de superioridad, pero también los hubo que supieron depurar sus fuentes y dar una imagen bastante ajustada, simplemente porque no se pusieron s fantasear para fascinar a sus lectores, y a hacer de ellos nuevos viajeros no por España sino por la imagen de España que aquellos visitantes y españoles fueron construyendo, y se consolidó y se impuso unos años después: la de la España romántica y pintoresca.

Desde luego, siempre hubo viajeros, y cronistas, que se mostraron más inclinados a servir a la realidad que veían, mientras que los viajeros del tiempo romántico en adelante prefirieron montar sus relatos, sobre unos cuantos estereotipos: el mendigo taimado, el bandido generoso, el fraile, la bailarina y el torero. Tipos a los que la literatura viajera posterior, y más redicha, añadirá luego un gazpacho mental un tanto indigesto, cocinado con las procesiones, el flamenco, la Inquisición, los cristos ensangrentados, la guardia civil y los gitanos, Felipe II, la usanza mora y, naturalmente, una copla de ciego sobre la barbarie de la guerra civil, que encantaba a sus evovcadores.

Pero, como podemos comprobar, todavía algunos europeos como los alemanes, aun siendo tan kantianos y heideggerianos, no han podido entender una sentencia española que condena a los responsables de un golpe de Estado, porque les parece que los golpes de Estado son algo fascinante para España, como parte esencial del folklore que Europa ha gustado siempre como entrante del gazpacho de una novela o leyenda negra o de fantasía, pero no de ciencia-ficción, porque nosotros los españoles, pese a haber inventado dos «útiles mecánicos» no poco importantes como el autogiro y los barcos submarinos, seguimos teniendo fama de no tener sentido práctico ni mecánico, sino más bien emocional, como reserva europea conta el aburrimiento.

Y, desde luego, no nos ha dado por el destajismo, y nos ha tirado más el espectáculo, y el andar imaginando teorías y trapisondas para no dar golpe, como Lázaro de Tormes y otros gloriosos Lázaros que ha habido; pero el caso es que un día, cuando éramos ocho millones de personas mal contados, y no teníamos ni idea de lo que eran las vacaciones, ni el colonianismo, fuimos dueños del mundo, que es algo que no se suele mentar, pero que nuestros antiguos súbditos no han olvidado, ni sobre ello han perdido las ganas del desquite. Y estas ganas han inspirado luego a algunos españoles muy despabilados que han hecho su negocio con las novelas negras o fantasiosas de las que se ha hablado, o se las han creído y las han escrito, que es peor

Y hay que decir, aunque nos pese, que, durante todos estos años transcurridos desde la pérdida de nuestra soberanía en el mundo, se han multiplicado los españolitos de esta clase de brillantes renegados, de manera que las Gazetas y Mercurios nacionales siguen diciendo bastantes tonterías sobre los españoles, como las que se decían antes del descubrimiento de las Indias Occidentales cuando tres naves españolas se perdieron y luego se encontraron en vez de la India que buscaban, otras Indias o «ínsulas» tan extrañas y maravillosas que parecían el Edén.

Se había venido diciendo, antes de este descubrimiento, que había hombres con escamas, otros con cabeza de perro, y otros con un solo pie, aunque los españoles siempre mantuvieron que los hombres eran todos hombres e iguales. Pero ahora mismo parece haber gentes que creen que también los españolitos tenemos escamas; y, si antaño no se ponía el sol en nuestros dominios, ahora no faltan españolitos, entre los más ruidosos, con una profundamente desdichada conciencia de su patria. Es como un sino de nuestra España.