Opinión

Higienismo

Siempre que algún oscuro diputado como Rufián habla de una manera efectista de las cloacas del Estado me acuerdo de Pere García Faria. Fue un ingeniero de caminos y arquitecto barcelonés que nació en la ciudad en 1858. En cuanto acabó sus estudios, en 1880, con veintidós años, insistió en la necesidad de un correcta red de alcantarillado para la capital catalana. Afirmaba que así por fin se conseguirían reducir espectacularmente las grandes mortandades que se daban por epidemias de cólera y que afectaban nada menos que a una tercera parte del municipio. Se puso a trabajar durante años en un proyecto higienista y diseñó una red de alcantarillado y saneamiento que fue aprobada por el Ayuntamiento en 1891. El resultado tuvo un efecto sensacional: las muertes por enfermedades infecciosas se redujeron geométricamente y la ciencia de García Faria salvó miles de vidas humanas.

Cinco años después, en pleno desarrollo de las obras, los caciques del Ayuntamiento intentaron sobornarle para que los trabajos le fueran adjudicados a uno de ellos. Como García Faria se negó a aceptar el dinero y sacó la obra a concurso público, fue despedido, no le pagaron ni siquiera el sueldo prometido que le correspondía y sufrió un intento de atentado, disfrazado de accidente, mientras hacía una visita de inspección a las obras. Ese fue el trato que recibió el introductor de la ingeniería sanitaria en nuestra región. El propio García Faria lo cuenta en un texto que escribió en 1902 titulado «¿Anarquía y caciquismo?» en el que viene a decir que si esas son las dos únicas alternativas que la clase dirigente es capaz de proponer para la región, estamos listos. En el libro figuran párrafos tan descriptivos como el siguiente, del cual se hacía eco el diario «La Veu de Catalunya»: «Este pueblo al que los caciques han sacado fuera de la ley, a quien han privado de todos los derechos, al que han empujado a todas las furias de la anarquía, de la guerra social y del odio de clases». Son palabras que parecen escritas pensando en diputados como Rufián. Porque han pasado cien años pero podrían aplicarse todavía al lugar y, al menos en esta zona, él forma parte ahora de la clase dirigente.