Opinión
Derecho a disentir
En otros artículos ya hice referencia al pensamiento de la profesora Chantal Mouffe, parte del cual se encuentra recogido en su libro «La Paradoja Democrática», obra que principia con un subtítulo muy expresivo, el peligro del consenso en la política contemporánea. Al margen de su «cuestionable cuestionamiento» de la democracia deliberativa y liberal, su modelo de agonismo me convence en muchos de sus extremos; parte de la dificultad que existe entre adversarios ideológicos de alcanzar una reconciliación final gracias a la razón, es decir mediante un consenso racional en relación a las decisiones políticas a tomar, impidiendo reconocer la posibilidad siempre presente del antagonismo; para la autora el objetivo de una política democrática es transformar el antagonismo potencial en un agonismo en el seno del cual los adversarios están de acuerdo en los principios democráticos de libertad e igualdad, pero confrontan en el significado que tienen. En definitiva, dice que «La política tiene que ver con el conflicto y la democracia consiste en dar la posibilidad a los distintos puntos de vista para que se expresen, disientan». Eso sí, añado yo, respetando siempre las reglas de juego y sobre todo el pluralismo ideológico. El problema se produce cuando determinadas fuerzas políticas caen en una especie de autocontención ideológica, mas basada en un complejo o vergüenza que en un ejercicio de responsabilidad, y reniegan de este agonismo acudiendo con clara desventaja a la búsqueda de un consenso, en el que el otro antagonista no esconde nunca su ideología, es más, se presenta como superior moralmente al adversario. Esto le brinda un posición de supremacía, por ejemplo, monopoliza el feminismo, de tal suerte que el adversario tiene que demostrar permanentemente que respeta la igualdad entre sexos, y esto permite al primero realizar actos machistas sin penalización social alguna. Esto se agrava con la existencia de una doble vara de medir que origina que en la búsqueda del consenso unos partan con ventaja, aunque no la tengan electoralmente. En un modelo agonista «Mouffeniano», previo respeto de las reglas del juego, en las que están insertos los valores básicos de un sistema democrático basado en el respeto a la dignidad e igualdad humanas, se asume el conflicto como algo esencial a la democracia, y no hay que pedir perdón por disentir, se tiene derecho.
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