Opinión
Autoproclamados
Hoy en día estamos rodeados por supercosas. Hay superhéroes, supermercados, superjueces, superconductores, superalimentos, etc. Y la pregunta que me hago es la siguiente: ¿Quién decide lo que es «super» y lo que no lo es?
Por lo que he podido indagar, a excepción de la gasolina «super», todos los demás que podemos encontrar son «supers» autoproclamados. Fue la propia editorial Marvel la que decidió un día proclamar «super» a sus héroes. Fueron las propias cadenas de supermercados las que, de un día para otro, tomaron la decisión de otorgarse a sí mismas ese nombre para connotar como algo atrasado y antañón a nuestros cálidos y entrañables mercados de siempre. En el tema de los superalimentos pasa algo parecido. En ninguno de los casos que he consultado aparecía que la denominación de superalimentos –que ellos se atribuyen alegremente– viniera respaldada por ningún tipo de informe oficial detrás del cual estuviera la OMS (organización mundial de la salud).
Deberían todos aprender de Quim Torra. El prodigioso y meramente figurativo presidente regional que sufrimos los catalanes ha decidido que, a pesar de cobrar por posar solo simbólicamente y no hacer nada, eso no era bastante. Busca ahora aumentar la jerga institucional para reforzar el simbolismo de una manera doble. Pronto habrá dos gobiernos regionales, uno caricatura oficial y otro –autoproclamado en la sombra– como consejo de la imaginaria república. Evidentemente, al igual que las preciosas ridículas de Moliere, ambos no harán nada. Solo doble palabrería y doble inoperancia. Esperemos que, como es de temer, eso no vaya a significar doble sueldo con cargo a nuestros impuestos. Algo que presagiábamos que sucedería después de asistir al precedente de ver como Torra y sus acólitos no dudaban en autoproclamarse intelectuales de categoría en base a haber escrito en páginas web o intentado sacar adelante unos cuanto proyectos editoriales que no fueron muy bien.
Torra, autoproclamado superpresidente y superintelectual ideológico. Vaya cosa. Pero, insisto, todos los «supers» deberían aprender de él. Porque, a diferencia de los superalimentos, el sí que tiene a la HOMS detrás. En concreto, a Francesc Homs.
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