Opinión

Democracia consolidada

Algunos han definido a la Democracia como «un límite sin límites», para enfatizar que la democracia tiene unos límites definidos por el conjunto de derechos y deberes que regulan la vida en sociedad, pero al mismo tiempo para apuntar que es posible avanzar y consolidar una democracia que supere una simple democracia electoral de corte liberal. Desde este punto de vista, el mundo se divide en democracias consolidadas, democracias por consolidar, y países no democráticos.

El primer grupo, en el que se integra España a pesar de la constante denigración que de nuestras reglas de juego hacen algunos, es muy exiguo, y utilizo este término porque abarca dos conceptos, escaso e insuficiente; escaso porque una democracia consolidada se da en muy pocos países, la mayor parte en Europa, y por ello algunos viven en el espejismo de concebir la democracia como el régimen mas extendido en el mundo; insuficiente, porque países que hoy por hoy tienen una gran influencia en la geopolítica mundial carecen de este modelo, y en algunos como por ejemplo ocurre en Arabia Saudí, ni está ni se le espera. En este estado actual, regresiones democráticas como la que se ha producido cruentamente en Venezuela o en Nicaragua, sumado al empobrecimiento de países de la zona que está provocando migraciones sin precedentes, debería preocuparnos, y mucho.

Nuestra democracia, como todas es imperfecta, y ello debe motivar al poder político y a la sociedad a avanzar en su mejora, pero asumiendo su grado de madurez y consolidación; resulta grotesco comparar nuestras imperfecciones con verdaderos déficits democráticos que viven otros países, grotesco y absolutamente desproporcionado, a la vez que demagógico. Marx ensoñó su revolución en un país capitalista y democrático, pero la realidad no fue así; el capitalismo salvaje que conoció Marx está corregido por los estados sociales y democráticos de derecho que preconizan constituciones como la nuestra; Lenin decía que «es cierto que la libertad es algo precioso, tan precioso que debe ser racionada cuidadosamente», él lo llevo a cabo exterminando a sus adversarios, triste prolegómeno que elevaría al máximo exponente el terrible y sanguinario Stalin. El error de pronóstico de Marx fue desconocer que el bienestar social es el principal enemigo de una revolución, y por eso, democracias consolidadas como la española no sucumbirán ante peligrosos discursos de demagogos.