Opinión

Un país de justicia

Tras la calificación penal de lo ocurrido en Cataluña mucho se ha dicho y escrito. Junto a la actuación profesional de la Fiscalía, e incluso aunque despierte críticas, de la Abogacía del Estado, surgen druidas del derecho que todo lo saben y califican de error técnico la calificación del Ministerio Fiscal. Esto se agrava cuando el druida es un juez, que como mínimo debería respetar el trabajo de sus colegas fiscales; mira que no hay catedráticos dispuestos a descalificar la labor de los fiscales, por cierto, científicos del derecho que llevan toda su vida estudiando y escribiendo sobre el delito de rebelión; mi gran pesar es que mi buscador de doctrina no acierta, y no me lleva a sus sesudos artículos sobre este delito; pero al final caigo en lo cierto, es que no se ha escrito casi nada sobre este delito, lo cual es normal, mas de repente surgen expertos por doquier, los cuales sin haber leído una sola línea del sumario se atreven a hacer un juicio técnico sobre un caso real, con tan poco acierto, como conocimiento de los hechos.

A lo mejor es que están esperando a que hagan la película. Decía Oscar Wilde que nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento, pero es que me parece que en este lío no hay ingenuos. Al esperpento valleinclaniano se le suman los oráculos que advierten de un mal pensando en Estrasburgo, ¿pero desde cuándo administramos justicia pensando en lo que harán o decidan juristas en Estrasburgo? En España administramos justicia con nuestras leyes y con nuestro acervo jurídico, que es de los mejores de Europa, y de vez en cuando, se le echa un poco de sal desde Estrasburgo y Luxemburgo, pero no caigamos en el error que algunos pretenden, todo lo bueno viene de fuera.

Ya lo decía Gila, las gafas polarizadas norteamericanas nos permitieron ver el sol mejor, pero el sol era el mismo que llevábamos viendo mucho tiempo. En España contamos con muy buenos jueces, y está mal que lo diga yo, contamos con muy buenos fiscales e incluso buenos abogados del Estado, mal que les pese a algunos, y contamos con algo más, la rabiosa independencia del poder judicial, algo que algunos temen más que a una vara verde.