Opinión
Susana no tiene gracia
La verdad es que Susana Díaz no tiene gracia. Como ella misma dijo, es bastante «sosa». Y tiene la piel muy fina, tanto como para hacerse la ofendida cuando el contrincante hace referencia al «gracejo». A los andaluces nos toca llevar la cruz del salero. El que firma también es muy soso. Lo cierto es que las propias instituciones andaluzas sacan rédito electoral del folclore, y así hacen creer a los que ven Canal Sur que los niños chicos contando chistes, para no perder la tradición, cantar coplas en «prime time» y ser tan carnavalero como el Selu los redime de estar entre las regiones más pobres de España, siendo tan rica. Eso es lo que tendría que explicar, maldita la gracia, la presidenta. Por qué después de cuarenta años de gobernanza socialista lo que se exporta es el «gracejo» y unas pocas historias de mangantes cuando la realidad es bien otra. La realidad de la calle, no la verdiblanca de sus políticos. Los que tienen trabajo se esloman y hay tanta creatividad emprendedora que haría palidecer a una escuela de negocios con nombre anglosajón. En lugar de desbordar el talento, se adormece a la plebe hasta despistarla como una cabra jarta papeles. El senado no es el parlamento andaluz donde puede comportarse y se comporta como la reina hispalense que manda a sus súbditos a tomarse una manzanilla para celebrar sus triunfos. Y en Madrid Susana tenía que hacerse la mártir por no limpiar la mugre que sale del Palacio de San Telmo. Los de la cocaína, los puticlubs y el dinero p’á asar una vaca sí que tenían gracejo. Pero esos no tienen programa en la televisión del sur.
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