Hacer el necio

Disfruto mucho cuando, cada equis tiempo, algún Torquemada digital la toma con mi canción «La mataré» suponiéndola machista. Cuando eso sucede, me lo paso bien por tres razones principales.

La primera es porque se habla de la canción y, para los autores, la mejor manera de mantener vivas sus obras es que haya debate y polémica sobre ellas. La segunda razón es porque hay que ser muy necio para interpretar como apología del maltrato a la primera denuncia cantada de la violencia de género en el rock nacional. Como los necios siempre meten la pata, sé que tarde o temprano cometerán una plancha monumental con esos temas y se descalificarán a sí mismos. Eso le ha pasado al gobierno de Uxue Barcos en Navarra.

Ha querido hacer una lista de canciones supuestamente nocivas por machistas y han incluido a Amaral y al «Tenía tanto que darte» de Nena Daconte. Entendían precipitadamente que la voz que hablaba en la canción era la de una mujer sumisa cuando, en realidad, leyéndola atentamente se descubre que se trata del lamento de una embarazada que ha perdido la criatura que esperaba. Hay que ser torpe para no haberse informado un poco antes. El bochorno ha sido monumental; el ridículo, formidable, y además con dinero público. Volviendo a las razones, el tercer motivo que me complace de estas controversias es que entiendo el feminismo como una lucha política legítima, orientada hacia la igualdad ante la ley y a terminar con las brechas salariales. Estos casos sirven de aviso sobre el principal peligro que amenaza a esa lucha actualmente, que es el hembrismo necio que se está infiltrando en sus filas.

Lo contrario del machismo (su reflejo inverso en el espejo) no es el feminismo sino el hembrismo. El feminismo es defender en pie de igualdad las cualidades del género biológico femenino sin pensar que sea superior a ningún otro. El masculinismo es defender, también en pie de igualdad, las cualidades del género biológico masculino sin pretender que sea superior a ningún otro. El machismo y el hembrismo en cambio son supremacismos propios de ignorantes que tiene la caja craneal rebosante de materia fecal. A eso tan antiguo y sencillo se reduce finalmente todo.