Opinión
La desaparición
La historia de las elecciones andaluzas desde la Transición parece escrita por Georges Perec (1936-1982), aquel escritor francés que tanta afición tenía a las estructuras narrativas paradójicas y a las sorpresas lingüísticas. La mejor muestra de su enloquecido ingenio fue la novela «La desaparición», escrita totalmente sin usar la vocal e, la más frecuente en lengua francesa. Una ausencia como esa ponía las cosas muy difíciles pero, como demostraba Perec, no imposibles. Algo parecido da la sensación que intenta el partido socialista en Andalucía. Un relato político de esa autonomía como si algunas vocales políticas (especialmente conservadoras) no existieran entre su población. Desde la vuelta de la democracia se las ha arreglado de una manera u otra para gobernar siempre, durante cuatro décadas, en la comunidad. No es el único ejemplo de tal longevidad democrática. Se han dado casos similares en Italia y en Baviera después de la Segunda Guerra Mundial, pero el correlato más ceñido en nuestra península sería el de Convergencia en Cataluña. Se trata, en ambos casos, de un partido que aspira a convencer a los votantes de que él es el partido propio e innato de los votantes de un territorio. Ese achicamiento de espacios del sistema vocálico de la política tiene los peligros (como ha quedado demostrado en Cataluña) del pensamiento único y la indulgencia sistemática con las malas prácticas éticas.
El partido socialista sigue siendo muy importante en Andalucía pero cada votación que pasa pierde fuelle. El alfabeto político andaluz cada vez muestra más letras en cohabitación. Para poder explicar bien las cosas habrá que conocerlas y reconocerlas todas. El propio Perec, después de «La desaparición», decidió escribir «La vida. Instrucciones de uso» donde cada capítulo relataba las historias de los apartamentos de un edificio según una estricta regla de permutación matemática. El resultado terminó siendo algo parecido a una versión culta de «13, Rue del Percebe», aquel inolvidable cómic de Francisco Ibáñez. Que espere un futuro político de ese tipo a Andalucía parece bastante posible. Y no en versión Perec precisamente, sino más bien al estilo del genial creador de Mortadelo.
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