Opinión

Blanquear

Hay una frase que debería estar cincelada en el frontispicio de toda biblioteca democrática. Es aquella de Voltaire que dice: «Dedicaré la mitad de mi vida a rebatir sus ideas y la otra mitad a asegurar que usted pueda expresarlas libremente». Ese principio y algunos más de Kant son, en resumen, los abecés fundamentales de toda democracia. Cuando este jueves pasado los autoproclamados antifascistas salían a la calle para impedir manifestaciones de Vox, estaban incumpliendo esos principios básicos. Resultan muy sospechosos estos supuestos antifascistas que gustan tanto de usar métodos habituales del fascismo, como los encapuchados o la violencia. Producen intensamente la impresión de ser solo fachas del otro extremo del espectro. No estoy de acuerdo con lo que dice Vox y dedicaré la mitad de mi vida a rebatir sus ideas, pero hay que reconocer que la semana pasada quien atacaba y vulneraba la democracia con su conducta no eran ellos sino los pretendidos y autoproclamados luchadores del antifascismo. Su falta de respeto por las reglas democráticas era evidente.

Sé que por decir en voz alta verdades tan sencillas como esta, te acusan hoy en día de estar blanqueando a Vox. Eso es falso. Y no hay que acoquinarse cuando nos acusan de cosas falsas. Sería una vanidad enorme dejar por ello de decir una verdad que es simplemente observable. Al contrario, hacerlo bien alto será lo que nos hará vencer contra los fachas de cualquier signo. El facha de hoy es, al fin y al cabo, una maquetita, un llaverito del fascista del siglo pasado: un tipo bastante residual cuyo miedo ante las cosas le provoca tendencia a la violencia y al autoritarismo. Hagan ahora el ejercicio de ver quién encaja mejor en esta definición citada, si las CUP o Vox. No estoy menospreciando al peligro que suponen los fachas. Solo digo que no es tan difícil ganarles si tenemos un poco de sangre en las venas para decir las verdades incómodas. Clemenceau, otro gran francés muy decidido, lo dijo con claridad: «A veces todo se reduce simplemente a decir sin violencia ''no'' cuando todo el mundo asustado a tu alrededor espera de ti un ''sí''». Digamos no. Nosotros no queremos ser de ese mundo de capuchas, pedradas y puñetazos.