Opinión

Finiquito de Córdoba

Si hemos de atender a la concentración de micros, cámaras y metros cuadrados de letra escrita vertidos la semana pasada sobre Andalucía habrá que pensar que, para la prensa, la noticia no fue tanto la llegada al poder de Juan Manuel Moreno como la marcha de Susana Díaz. Algo parecido sucedió hace ocho meses con la salida del gobierno de Mariano Rajoy. Para algunos, parecía más importante la descabalgada del líder conservador que la proclamación de Sánchez. Uno llegaba a preguntarse si se estaba haciendo verdadera política para construir un gobierno o lo único que en realidad se deseaba era destruir a otro.

Es comprensible que, después de siete años de ver gobernar a alguien que no coincide con tus ideas, cualquier contribuyente medio con opiniones desee ardientemente que esa persona sea desalojada cuanto antes de las responsabilidades de gobierno. No te digo ya si, en lugar de siete años, estamos hablando de cuatro décadas de gobierno de un partido preponderante. En esos casos, es humano experimentar la sensación de que algunos políticos son como lapas enganchadas a una esquina del Palacio de San Telmo, que resultan imposibles de despegar si no es con el concurso de agua hirviendo. Pero PP y Ciudadanos cometerían un error intentando, al estilo de Pedro Sánchez, pretender hacer una tarea de gobierno basada en buscar excusas exhumando agravios del pasado. Hay una diferencia fundamental con hace ocho meses que, dependiendo de cómo se maneje, puede convertirse en una debilidad o en una fortaleza. Rajoy era una antiguo registrador de la propiedad que, una vez cumplido su periplo, dejó el escaño y se volvió en paz a su antiguo trabajo. Díaz, en cambio, empezó de delegada de clase y no va a irse, va a quedarse en el Hospital de las Cinco Llagas. Su margen de maniobra opositora no va a quedar enmarcado precisamente por la posibilidad de paz y moderación. Ahora bien, el votante harto de destronamientos y vacunado de aventuras por Brexits y Duis ¿quiere eso? Para el talante moderado se nace más que se hace. Fíjense sino en Chaves y cuánto le cundió el tema. ¿Qué perfil de este catálogo de figuras andaluzas creen ustedes hoy que tendrá más facilidad para ello?