Opinión

Messianismo

Quizá porque provengo de los ochenta y de sus grandes canciones de Lou Reed, siento un enorme respeto y simpatía por todas las sexualidades que se apartan de la ortodoxia. Abomino por tanto de quienes intentan patrimonializarlas como un instrumento de gloria personal estrictamente individual. Lo digo por las declaraciones que recientemente ha hecho Ada Colau en una reunión LGTBI presumiendo de ser la primera alcaldesa bisexual de Barcelona. Es conocido su notorio narcisismo y ya sabemos que piensa que la historia de la humanidad es como una película que le ha sucedido solo a ella, pero no sé si esta vez ha ido demasiado lejos. Porque, vamos a ver, ¿cómo lo sabe? ¿Conoce acaso todas las sexualidades íntimas de todos los alcaldes que han desfilado por esa silla? ¿Piensa quizá que en otras épocas se daban las mismas facilidades que tiene ella para airearlas? ¿No se da cuenta de que probablemente existieron próceres por todas partes que fueron obligados a ocultarlas?

Su ausencia de sensibilidad para el drama de todos estos antepasados se enmarca en esa conocida tendencia adacéntrica al mesianismo que le hace afirmar que cualquier noticia de actualidad siempre le ha sucedido a ella con anterioridad. En la historia de la humanidad existe una larga lista de mesías autoproclamados, desde Abu Isa en Ispahan en el 750, hasta David Reubeni en Lisboa en el 1522. Lo divertido de repasar esa lista de narcisismos, que se prolonga hasta Creta con Miguel Cardoso en el siglo XVIII, es que a todos esos nombres el tiempo los ha premiado con la más absoluta oscuridad, la total insignificancia.

Utopía y mesianismo se basan siempre en una insatisfacción con las condiciones contemporáneas de la existencia social. Por eso suelen desarrollarse en lugares y contextos sociales de frustración relativa. Pero, entre todos esos contextos y lugares, Barcelona es probablemente en este momento el sitio menos adecuado del mundo para intentar competir por ningún cetro del mesianismo. Y es que, en esta ciudad, a día de hoy, todos los barceloneses tenemos perfectamente claro que el messianismo no es otra cosa que la disposición religiosa que permite al hijo de Dios chutar faltas con barrera.