Opinión

Regresión democrática

Como tuve la ocasión de recordar hace unos días, todos los indicadores internacionales muestran que España es una de las democracias más plenas del Mundo, y por ello, desmienten cualquier cuestionamiento al respecto, al margen de las disfunciones que puedan acontecer en cualquier momento; de lo que no cabe duda, es que en España gozamos de un óptimo disfrute de los derechos civiles, no debiendo confundir conflictos políticos, como la reinvidindicacion de independencia de Cataluña y las posibles consecuencias penales, con el ejercicio de los derechos fundamentales y de las libertades públicas. Según el Índice de democracia de «The Economist», solo el 4,5 de la población vive en una democracia plena, entre los que se sitúa España, el 43,2 en una democracia imperfecta, el 16,7 en un sistema hibrido, y el 31.7 en un régimen autoritario.

Todas las personas que viven en un régimen autoritario merecen nuestra solidaridad, se trata de personas que en pleno siglo XXI no pueden disfrutar de un régimen de libertades y derechos civiles, lo cual en un mundo globalizado por la información que discurre por INTERNET es, si cabe, más dramático. Este generalizado dramatismo alcanza más amargura cuando el régimen democrático ha sucumbido al autoritarismo, todo régimen autoritario es cuestionable en esencia, pero produce mayor frustración cuando las filas del autoritarismo las engrosan regímenes primitivamente democráticos, como es el caso de Venezuela, aunque no lo fueran plenamente. Esto supone una triste regresión en un mundo donde el compromiso de trabajar no solo por el fortalecimiento de las democracias consolidas, sino por el intento de que alcance a más países, debería ser prioritario.

La regresión democrática es algo contra lo que hay que revolverse, porque supone que una población educada en un régimen de libertad política es reducida al autoritarismo y máxime cuando precisamente se enarbola a la propia democracia como el instrumento que legitima el autoritarismo, esto supone una gran derrota para los sistemas democráticos. El régimen de libertades es lo que más nos acerca, mientras que el autoritarismo nos separa. No podemos olvidar que los que tenemos la suerte de vivir en una democracia plena formamos un club muy exiguo ,y que el autoritarismo en muchos países se alimenta de la desigualdad, de la corrupción y de la pobreza. La democracia no debe ceder.