Opinión
Sentar la coleta
Todo el mundo se pregunta: ¿qué le ha pasado a Podemos? Pues, sencillamente, que ya no estamos en los albores del XXI, que seguimos empeñados en decir que estamos empezando un nuevo siglo cuando en realidad ya llevamos dos décadas de él. El discurso milenarista e indignalíptico se dio a conocer en 1999 con lo de Seattle y siguió de moda en la primera década del siglo porque parecía prometedor. En realidad es un reciclaje del eurocomunismo de los setenta, con simplificaciones de leninismo para dummies y unas gotas de Carl Schmitt. Es algo que siempre tendrá su público, porque recoge demandas muy razonables de un espectro amplio de la sociedad: honestidad en el uso de lo público, igualdad de oportunidades, mejora de la representatividad y del reparto de la riqueza, etc.
Su único problema es que nadie parece capaz de decir, sin caer en fantasías, cómo conseguir de manera sensata esas demandas. Quienes a principios del siglo vivían en Cataluña ya vieron, diez años antes, las mismas discutibles conductas que ahora se repiten con Iglesias, Montero y Espinar. Allí, Joan Saura era el coordinador de las izquierdas minoritarias y su pareja fue nombrada vicepresidenta de la coalición, cómo si no hubiera precisamente nadie más en todo el grupo capacitado para el puesto.
Presumían de okupas, pero tenían una bonita residencia en La Cerdaña, cerca de las estaciones de esquí. Su predecesor, Rafael Ribó, se desgañitaba contra la injusticia y el inmovilismo hasta que consiguió que lo nombraran cargo público de la Generalitat y ahí lleva momificado no sé cuántos años, defendiendo solo al catalanismo y cobrando sueldo público.
Podemos permanecerá, sólo que fosilizado. Iglesias en Galapagar. Monedero en las tertulias. Echenique será su tanqueta, y no es chiste porque lleve ruedas, sino por su voluntad de ariete en todo lo interior. Tendrán siempre un grupo de fieles votantes y otros, decepcionados de la verticalidad de los hechos de Iglesias (que contradicen sus dichos de horizontalidad asamblearia), marcharán a otros sitios, llámense Errejón, Carmena, Vox o la abstención. Se trata solo de una posibilidad, pero que tiene bastantes visos de pronóstico.
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