Opinión

Selfis inoportunos

Alguien se imagina haciéndose un autorretrato fotográfico o selfi con un narcotraficante o un terrorista en Colombia, en Estados Unidos o aquí mismo en España, y ello, una vez que estos hubieran cumplido su condena, por mor de la notoriedad pública que le concedió su actividad criminal, la realidad siempre supera la ficción. Cuando se le concede este tipo de reputación a estos personajes se está minimizando o banalizando su actividad criminal y, en algunos casos, justificándola o explicándola, provocando una cruel y deleznable frivolización de la historia. Cuando Concepción Arenal decía aquello de «odia el delito y compadece al delincuente» se refería a que un delincuente debe enfrentarse a una pena proporcional a su culpa, y debe cumplirla en unas condiciones de dignidad y salubridad que no pongan en riesgo su condición humana; un condenado a una pena de prisión ve limitada su libertad deambulatoria, pero mantiene intactos la mayor parte de sus derechos, amén de la orientación hacia la reinserción que debe cumplir la pena, y ello, sin olvidar la retribución que como castigo tiene la misma. Mas a lo que no tiene derecho, es a que su actividad criminal se vea elogiada, asumida, comprendida y mucho menos ensalzada. El amor al delincuente nunca puede conllevar la banalización de su crimen. En lo que se refiere al terrorismo ya se encuentra criminalizado su enaltecimiento, así como la apología en una serie de delitos ( homicidio, tráfico de drogas, genocidio, etc.), pero el Código Penal no es suficiente para evitar que personas que se hayan hecho populares por sus delitos alcancen un reconocimiento social precisamente por la comisión de los mismos. Habrán ganado su especial pulso con la sociedad, y por ello, es triste presenciar actos de esta naturaleza en los últimos tiempos en España. Cuestión muy diferente es que por ejemplo un narcotraficante alcance popularidad después de cumplir su condena por haberse convertido en un referente social contra la droga y su consumo, pero, obviamente, no me refiero a casos como este, sino a casos en los que alguien no tiene inconveniente en que le fotografíen con un terrorista condenado mostrando un cierto grado de solidaridad con el mismo. Decía Platón que la obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo; resulta un disparate injusto e inadmisible.