Opinión

¿Los primeros efectos del salario mínimo?

El dato de paro y de afiliación a la Seguridad Social de este pasado mes de enero no ha sido en absoluto positivo. Por un lado, el número de parados aumentó en 83.464 con respecto al registro de diciembre, casi 20.000 más de lo que aumentó en el mismo mes del año anterior (63.747). Peor, de hecho, ha sido la evolución de las cifras de paro una vez eliminamos su componente estacional, esto es, el comportamiento expresamente atribuible a las dinámicas características de este mes del año. Mientras que en enero de 2018 el paro desestacionalizado se redujo en 24.161 personas, en enero de 2019 ese desempleo desestacionalizado ha aumentado en 3.292 (es decir, sin estacionalidad, el paro de este enero ha sido alrededor de 27.500 personas peor que el de hace doce meses). Por otro lado, la Seguridad Social ha perdido 204.865 afiliados durante el arranque de 2019, apreciablemente más que los 178.170 perdidos en enero de 2018. Si desestacionalizamos los datos, es verdad que el número de afiliados aumenta en enero (38.178 trabajadores más), pero lo hace en menor medida que el año anterior (58.758). Por consiguiente, parece obvio que el mercado laboral español se ha comportado apreciablemente peor en este mes de enero de lo que lo hizo el año anterior (y también en cualquier otro año desde el inicio de la recuperación), de modo que la cuestión a resolver es a qué se debe. La explicación más inmediata e importante es la desaceleración económica. El primer trimestre de 2018 fue muy positivo (crecimos casi un 3% en términos interanuales), pero el primero de 2019 no lo será tanto (probablemente crezcamos alrededor de un 2,4% en términos interanuales). Menor crecimiento económico implica una menor creación de empleo, de modo que es lógico que la mayor parálisis del PIB termine trasladándose al ámbito laboral. Ahora bien, cabe la posibilidad de que la desaceleración del PIB no sea el único responsable de los malos datos de paro que conocimientos ayer. No en vano, el Banco de España publicó esta pasada semana un informe en el que, por un lado, certificaba que la subida del salario mínimo de 2017 contribuyó a destruir 12.000 empleos y, por otro, estimaba que la subida del SMI en 2019 iba a destruir 125.000 puestos de trabajo. Por supuesto, todavía es pronto para afirmar con rotundidad que el SMI ha desempeñado un papel negativo en el mercado laboral de enero (el Banco de España ha tardado más de un año en poder recopilar y analizar los datos para discernir si lo hizo a lo largo de 2017). Sin embargo, atendiendo a nuestra experiencia pasada y a la más que razonable extrapolación efectuada por el Banco de España, no cabe descartar en absoluto que ya estamos empezando a sentir algunos de los negativos efectos vinculados al alza extraordinaria del sueldo mínimo: lo que nos prometieron que iba a ser un paraíso para los trabajadores menos cualificados podría terminar deviniendo su peor pesadilla.