Opinión
Relator
Existe una canción de Pete Yorn y Scarlett Johansson, «Relator», que comienza así: «Cuando te conocí, no sabía qué hacer, estaba cansada, estaba hambrienta, peleaba» y termina diciendo «puedes irte en cuanto quieras escapar -no, no estás en sintonía conmigo, no chica, y no me respetas, no chica, no chica». Al margen de las aptitudes musicales de la bella actriz, el título nos introduce en otra de las que parecen infinitas acepciones de la palabra relator, si bien en este caso resulta ser usada sin aparente sentido.
En cualquier caso, a pesar de la gran preocupación y perplejidad que está generando el concepto, no quiero dedicarle mayor comentario, y sí poner de manifiesto la preocupación que están generando los ataques a los jueces y fiscales que se están perpetrando en Cataluña, los cuales no solo requieren una urgente actuación dirigida a la protección y custodia personal, sino y, además, una reacción enérgica de condena desde todos los ámbitos políticos. No estamos solo ante ataques personales, que lo son, sino ante una acometida a aquello que más daño hace al independentismo y su radicalización, la ley y su aplicación, en definitiva, el Estado de Derecho.
En una democracia consolidada como la nuestra, los que tienen intención de subvertir el orden constitucional no solo temen la actuación de los los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que saben se comportarán siempre con arreglo a la Ley y la debida proporcionalidad y responsabilidad, sino que a lo que realmente temen es a la Ley, a la aplicación de las disposiciones legales. La pregunta es, utilizando el famoso título de Eduard Albee, ¿quién teme a la ley?, y, por ende, a los llamados a su aplicación, y la respuesta creo que es muy sencilla, aquellos que tienen la intención de quebrantarla.
En un estado de Derecho no hay más solución que la ley y su aplicación; los atajos llámense como se llamen, no conducen más que al abismo y pueden poner en peligro todo lo conseguido hasta ahora. La lectura de la famosa obra de Shakespeare, «El Rey Lear», es muy recomendable, sobre todo para analizar cómo un Rey que se hizo mayor y no mejor, y que, desdeñando a su mejor y leal hija en detrimento de las pérfidas, aprendió la lección cuando ya era demasiado tarde.
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