Opinión
La decisión de suicidarse
Escribió Albert Camus en «El extranjero» que el acto más importante que realizamos cada día es tomar la decisión de no suicidarnos. No compartió esa importancia Molly Russel, una joven británica de 14 años que decidió quitarse la vida en 2017, aunque es ahora cuando hemos conocido su muerte, cuando su padre ha responsabilizado a Instagram de inducir a su hija al suicidio, después de investigar sus redes sociales en busca de una respuesta.
Cuando sucede algo devastador sentimos la necesidad vital de encontrar un responsable. Necesitamos volcar sobre algo o alguien la culpa de un desenlace dramático que amontona porqués y languidece de respuestas. Es comprensible que el padre se ahogue en un mar de condicionales que le hundirán más en el fango de la pérdida porque el análisis posterior no tiene efecto retroactivo en la realidad. Lo cierto es que no todos gestionamos las adversidades de la misma manera. Salir airoso o no de un situación depende muchas veces de cómo uno se enfrente al problema. La interpretación que cada uno hace de una misma realidad siempre es subjetiva y eso condicionará que la vida acabe en tragedia o en una dificultad gestionada.
Si Molly no hubiera encontrado en Instagram lo que para ella eran respuestas a sus preguntas y soluciones a sus problemas, las hubiera buscado y encontrado en otro lugar. Pero eso no hace más entendible que una red social tarde diez segundos en censurar un pecho desnudo mientras asegura no poder prohibir las publicaciones que pueden incitar al suicidio, la depresión o las autolesiones. Tras la polémica, Instagram ha anunciado que cambiará su política de condiciones. Complicado: cualquier atisbo de política lo arruinará todo.
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