Opinión

Gettysburg

Abraham Lincoln, en su conocido discurso de Gettysburg, estableció una de las definiciones más aceptadas sobre lo que es la democracia, cuando habló del «gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo», más a continuación añade que dicho gobierno «no desaparecerá de la faz de la tierra», proclamando una especie de máxima de perennidad de la democracia. Desde que fue así concebida, la democracia ha sufrido ataques de sus principales enemigos, los totalitarismos, el comunismo y el fascismo, pero surge un tercer enemigo que ya definió Aristóteles, la oclocracia o el gobierno de la muchedumbre, el cual la considera una de las formas de degeneración de la democracia, del mismo modo que mantenía que la monarquía puede degenerar en tiranía o la aristocracia degenera en oligarquía. Al igual que la democracia se sobrepuso al totalitarismo, también se sobrepondrá a la llamada de la democracia de la muchedumbre. Esta concepción asume al sujeto político «pueblo» como un todo, y sostiene que este sujeto y sus decisiones están por encima de la ley, de tal suerte que una decisión del pueblo, o lo que así se denomina en ese escenario político totalmente líquido y deformable, justifica la no aplicación de la ley, olvidando que todos estamos sometidos a la misma, precisamente la ley aprobada por el poder legislativo cuya legitimidad democrática se basa en que emana del pueblo. La democracia tiene problemas, en algunos lugares languidece, los fracasos de los gobiernos de turno afectan al régimen político, el sistema representativo recibe críticas de los que reclaman participación directa o la necesidad de escuchar a la calle, las crisis económicas en diversos lugares del mundo arrastran y deterioran a las propias instituciones democráticas. Todo ello podrá hacernos caer en una paradoja, la democracia parece tener un difícil futuro por delante, pero todo indica que no hay futuro posible al margen de la democracia. No cabe duda de que las crisis de todo tipo abonan un terreno fácil para el populismo y las vías alternativas, pero esto no puede hacernos caer en la depresión y desesperación a los demócratas. Hay que mejorarla y mucho, hay que defenderla todos los días, mas «el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo» prevalecerá sobre la faz de la tierra sin duda alguna.