Opinión
Iletrados
Es analfabeta la persona que, según la ONU, no es capaz de leer ni escribir pequeños mensajes relacionados con su propia vida. El analfabetismo, hasta la fecha, comenzaba a desaparecer, pero... Después del esfuerzo que, en Europa, se hizo durante al menos dos siglos, la alfabetización casi del 100% de la población era –éste sí– un avance social de primera magnitud, que siempre se ha traducido en altas tasas de desarrollo. Los países, hasta ahora, tenían un nivel de progreso relacionado directamente con los índices de alfabetización de sus gentes. Y existe además una clara correspondencia entre analfabetismo, pobreza y crimen. El grado de alfabetización de una persona es inversamente proporcional al riesgo que corre de convertirse en delincuente. Cuanto más alfabetizada esté, menos serán las posibilidades de devenir en criminal. Incluso los delitos de guante blanco perpetrados por miembros de clases instruidas que son, como todos sabemos, mucho menos numerosos que el resto, es posible que trasluzcan algún tipo de deficiencia en la alfabetización de esos delincuentes (es solo una opinión). Sí está probado que el 85% de los reclusos menores de edad en EEUU son analfabetos funcionales. Preocupados como estamos por el «analfabetismo digital», o la incapacidad para manejar las nuevas tecnologías, olvidamos cuidar la alfabetización tradicional, y lo que se percibe como un hecho es la pérdida progresiva de habilidades para la lecto/escritura, y el avance sin pausa hacia una sociedad cada vez más iletrada. La vergüenza ante la propia ignorancia, y el respeto al lenguaje, han desaparecido por completo. Se publican textos –libros, periódicos...–, rebosantes de faltas de ortografía, mal acentuados y redactados de forma acéfala, neciamente, quizás dictados con prisas al ordenador, con faltas que traducen una educación bochornosamente insuficiente por parte de quien los firma. De seguir así, la masas «sabias», capaces de desarrollar habilidades para la lectura y escritura, pronto serán cosa del pasado y la mayoría vidente u oyente será, si no del todo analfabeta, sí completamente iletrada. Igual que hace siglos. El formato libro en papel impreso podría devenir minoritario, para élites cultas, dirigentes, mientras las masas se «analfabetizan» progresivamente, desprecian las grafías y los signos de puntuación y, como en la antigüedad, necesitan «relatores» que les lean y expliquen qué está pasando.
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