Opinión

Un drama llamado Brexit

Decía Groucho Marx que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. La clase política británica se está esforzando en cumplir a rajatabla la definición de Groucho. Le ha creado un gran problema a la ciudadanía británica convocándola a un referéndum trampa sobre la salida de la Unión Europea, inició y concluyó los trámites para tal salida, y ahora no saben qué hacer para remediar semejante desaguisado. El pueblo británico en su inmensa mayoría podría ser más o menos euroescéptico, pero en modo alguno se había planteado la necesidad de salir de la Unión. Vivían tranquilamente en su isla criticando a la Unión y su parafernalia, como de hecho ocurre en otros países, pero de repente Cameron les metió en un tremendo lío, a la vez que al resto de la Unión, y ahora no saben qué hacer ni cómo evitar una salida sin acuerdo, tan perjudicial para Gran Bretaña como para el resto de Europa. Pero lo realmente grave es que tienen una solución a su alcance, que pasa por volver a preguntar al pueblo británico y someterse a su designio, pero esta vez tienen el temor de que la ciudadanía de las islas vote lo que no quieren algunos de sus políticos, y ello, porque ahora conocen la realidad y ya no se les pueden engañar. Los británicos a estas alturas están muy informados sobre los costes de la salida de la Unión, y por ello se barruntan que voten en contra y reviertan el proceso. En definitiva, los políticos han creado un problema al pueblo británico y no encuentran solución alguna, y para remate final votan en contra de volver a preguntarle a ese mismo pueblo británico. Decía Abraham Lincoln que se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, a todo el pueblo durante parte del tiempo, pero nunca a todo el pueblo todo el tiempo y este, el tiempo, se les ha terminado a los políticos británicos y tienen que tomar una decisión que nunca puede pasar por obligar a la Unión Europea a renegociar un acuerdo cerrado. Es muy triste que los políticos británicos no piensen en lo que tienen que pensar, en su pueblo, y hacer lo mejor que pueden hacer ahora, volver a preguntar a su pueblo.