Opinión

El hedor de las mentiras

Nos encontramos en plena precampaña electoral y ya se ha provocado alguna fake news o noticia falsa dirigida a tergiversar mensajes del adversario, y a veces, a configurar propuestas falsas. Desde Bruselas se ha advertido sobre este riesgo y se estableció una estrategia de recomendaciones a empresas como Facebook, Google o Twitter, al considerar que no han hecho lo suficiente para garantizar que las elecciones de mayo al Parlamento Europeo estén limpias de noticias falsas; cuanto no más, nos deberá preocupar en España este riesgo. Estas grandes compañías, respondiendo a la petición de la Comisión, y para evitar medidas más restrictivas, han implementado Códigos de Conducta voluntarios.

A Facebook se le reclama más colaboración con verificadores de contenidos. Google ha mejorado su sistema de seguridad y transparencia en los anuncios políticos, si bien esto se limita a un puñado de países. Twitter ha cerrado cuentas falsas o sistemas automáticos de creación, pero se les pide «más información sobre cómo restringirán la promoción de los tuits de los persistentes proveedores de desinformación». Esta expresión utilizada por la Comisión está cargada de notable significado y describe el verdadero problema. Hoy en día estamos rodeados de muchos proveedores de la desinformación, cuya existencia busca un fin claro, manipular la opinión pública, lo cual es muy grave, llegando esta gravedad a lo superlativo cuando se utiliza para incidir en el voto de los ciudadanos.

No hay nada más contrario a la libertad de opinión y expresión que la manipulación, lo cual me recuerda al terrible Stalin cuando dijo que «los periodistas no tienen que dar noticias, sino educar a las masas». Resulta paradójico que instrumentos de ejercicio expansivo de la libertad de expresión como son las redes sociales terminen convirtiéndose en instrumentos de manipulación y dominación del pensamiento y opinión de las masas, y que eso ocurra en el seno de nuestras democracias. Ahora bien, las compañías ocupan una posición de garantes, mas los verdaderos responsables son los que provocan las campañas de mentiras en las redes y contra ellos hay que actuar estableciendo tipos penales que combatan los casos más graves de esta expresión ilícita en el manejo de la opinión pública, especialmente en sus expresiones más organizadas. Resulta muy detestable el hedor de las mentiras, lo cual genera un mundo nauseabundo.