Opinión
Auto-odio
«La necesidad, cada vez más urgente, más perentoria, que tenemos de reconstruir nuestro pasado sobre bases nuevas, con orientaciones modernas, encaminando esta reconstrucción a los fines que realmente nos importan y haciendo que nuestra Historia no sea, como ha venido siendo, un sencillo remedo del pensamiento ajeno, sino un producto de la investigación propia y una manifestación de nuestro espíritu y de nuestro criterio. Nada de esto hemos hecho. Nuestra labor histórica ha sido más bien contraproducente. Dos causas han determinado, a no dudarlo, este estado de cosas tan perjudicial para nuestros intereses morales y para nuestras conveniencias materiales. La primera, el hecho de que los españoles seamos, como decía Mariana, más abundantes en hazañas que en escritores. La segunda, un extraño hastío hacia lo propio, sentimiento a que aludía ya Ambrosio de Morales diciendo que se apartaban los españoles de las cosas propias como si fuesen las más viles y apocadas del universo...». Son palabras de Julián Juderías en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, en abril de 1918. Juderías estaba convencido de que los españoles habíamos dejado que los extranjeros escribiesen nuestra historia, soportando «ultrajes y tergiversaciones», la mayoría de las veces asumiéndolos como cosa propia. Y cuando los españoles se decidían a escribir su historia (de Martínez de la Rosa a Modesto Lafuente y otros, incluido el padre Mariana), la narración se llenara de palabras «sonoras pero huecas». Juderías se duele de la actitud de los historiadores del XIX que asumen que «fuimos intolerantes, fanáticos, enemigos del progreso y que formamos el más rudo contraste con los demás pueblos de Europa». Respecto a la «conquista de América» se quejaba de la sesgada visión de los historiadores europeos, por prejuicios religiosos, partidismo o «poca autoridad en las fuentes», y de que los españoles tuvieran que recurrir a ellos para enterarse de lo que, supuestamente, había ocurrido en España... Lo pasmoso es que –¡500 años después nada menos!–, la historia del Descubrimiento de América, siga siendo fuente de resentimiento político, racial, colérico, atronador... La historia del mundo es fruto de incontables invasiones y conquistas, pero solo a España se le reclama por el pasado lejano por ser la única nación de la Tierra que cultiva, cada día con más entusiasmo, el odio hacia sí misma.
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