Opinión

Dobles

Las encuestas sobre el voto nos hablan de «dos bloques»: «las izquierdas y las derechas». Los dos partidos hasta ahora turnistas, PP y PSOE, se han fragmentado, y visto crecer a la sombra del desengaño y/o la recesión a nuevos partidos. Uno de los bloques estaría formado por PSOE y Podemos (izquierdas), el otro por PP, Ciudadanos y el recién llegado Vox (derechas). En realidad, Ciudadanos sería una bisagra que podría establecer alianzas a la izquierda o a la derecha... Sin embargo, yo tengo la impresión de que esos supuestos «bloques» de votos, agrupados ideológicamente en izquierdas y derechas, no están bien alineados. Quiero decir que la sensación es que las elecciones no se juegan entre dos bloques, sino en lo que se parece más a un partido de tenis de «dobles». Y que las parejas no están compuestas por partidos que comparten ideología, sino todo lo contrario: cada pareja la integra un partido de una ideología percibida más o menos como moderada en general, junto con el extremo de la ideología contraria. O sea, que creo que PSOE y Vox forman una pareja que se enfrenta a PP y Podemos como adversarios. Sospecho que, cuantos más votos consiga el PSOE, más sacará Vox. Y cuanto más caiga en votos el PP, más bajará en número de votantes Podemos. Unas dobles parejas con destinos unidos. El PSOE, la izquierda, ganará votos cuanto más miedo produzca Vox en los potenciales votantes de izquierda, moderada o no. Y el PP subirá escaños cuanto más temor despierte Podemos en sus posibles votantes de derecha, moderada o no. En el centro, Ciudadanos, ejercerá de comodín, incluso de árbitro, recogiendo a insatisfechos de ambos lados. La increíble alianza PP/Podemos ya demostró su eficacia en el pasado: el uno frente al otro hicieron crecer los votos para ambos partidos en un momento delicado. Es inquietante pensar que, en el fondo, el destino de un partido dependa de su oponente más acérrimo, que el éxito propio esté ligado al del contrincante. Quizás me equivoque pero, hasta ahora, intuyo que la simple amenaza de la «ultraderecha» o de la «extrema izquierda» es la campaña electoral más eficaz que puede hacerse dirigida a un electorado que está más motivado políticamente por el temor que por la esperanza.