Opinión
Oda al exceso
Si un término resume la música popular de finales de los sesenta, ese es indudablemente la palabra «ambición». Compruébenlo con el cincuentenario de «Tommy» de The Who, el primer disco calificado de «ópera-rock».
En 1969, los Who eran un grupo explosivo y poderoso que, como los Kinks, siempre recibía menos atención que Beatles y Stones, los dos grandes del pop británico. Sus actuaciones desbordadas en Monterrey y Woodstock les habían dado fama mundial, pero no acababan de alcanzarlos. Su guitarrista, Pete Townshend, buscando superarlos, decidió inspirarse en la forma libresca para estructurar sus obras musicales; tendrían una unidad temática y narrativa y no se compondrían de simples canciones, sino de diferentes partes y movimientos como las antiguas óperas. Dos colegas suyos (Ray Davies y Brian Wilson) lo habían intentado un par de años antes inventando el «álbum conceptual», pero Townshend estiró esa idea hasta su extremo componiendo canciones de diez minutos cuando lo veía necesario. La industria se puso estupenda y promocionó esa idea como «ópera-rock». La primera de ellas, «Tommy», fue la más emblemática. Su partitura era excesiva, exuberante, fatigosa, exagerada y... maravillosa. Basta escuchar la sincopante «Pinball Wizard» para entenderlo.
Tanto esfuerzo merecía más atención que una simple temporada y «Tommy» afortunadamente la tuvo. Ken Russell la llevó al cine y alargó su onda expansiva cuatro o cinco años más. La película era aún más exagerada que el disco y constituyó, en aquel momento, todo un monumento al exceso, al gusto por lo grotesco, la energía desbordada y la emoción frustrada. El concepto de «ópera-rock», para cuando se estrenó, ya iba de capa caída y había degenerado en Lloyd Weber con su mezcla de sobados clichés musicales y fragmentos de rock lumpen. Tanto que hasta De Palma hizo su (excelente) parodia con «El fantasma del paraíso». Afortunadamente, a esas obras hoy con más humildad ya solo les llamamos «musicales». Porque ningún sucesor consiguió –desde luego– el dramatismo vibrante y espontáneo de «Tommy».
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