Opinión
Las pareidolias
La pareidolia es un fenómeno psicológico en el que un estímulo vago y aleatorio –habitualmente una imagen– es percibido erróneamente como una forma reconocible, quizá los ejemplos más conocidos son los rostros y figuras que solemos distinguir en las nubes o en los perfiles de las montañas. La apofenia es la experiencia consistente en ver patrones, conexiones o ambos en sucesos aleatorios o en datos sin sentido; por separado, cada uno de estos fenómenos ofrece consecuencias muy curiosas, pero juntos suponen una sublimación de la imaginación que cuando alcanza una dimensión colectiva puede generar creencias de lo más insospechado.
Lo realmente dramático es que, en plena sociedad del conocimiento, en un momento donde el saber y las noticias están al alcance inmediato de una gran parte de la humanidad, las pareidolias y apofenias corren como la pólvora a través de las redes sociales. Esta paradoja se vuelve peligrosa cuando esas vagas evocaciones de imágenes inexistentes o la pretendida constatación de patrones entre sucesos reales son alimentados por intereses más o menos ocultos, tratando de manipular a la masa a través de ardides y manejos que apartan a los ciudadanos de la realidad y de la objetividad. La manipulación social constituye una nueva forma de esclavitud del hombre, intelectual, pero a la postre esclavitud. La manipulación, que tiene una cierta equivalencia con la retórica, es el arte de persuadir y convencer mediante engaños, así como en el adoctrinar en lo que se refiere al campo de la persona individual; más con la publicidad, la propaganda, la programación y planificación social, el control, la ingeniería social, la explotación o la demagogia se alcanza el ámbito de la sociedad en general.
Ahora bien, no se puede confundir la manipulación con la influencia que tienen los medios de comunicación en la conformación de la opinión pública, con unas dosis adecuadas de pluralismo y veracidad se supera la manipulación, pero el problema surge cuando se confunde la información y la opinión, y esta se enmascara entre la información, consiguiendo auténticas pareidolias en los ciudadanos, que abandonando su espíritu crítico se entregan a las creaciones de ciertos opinadores. Decías Sócrates que el conocimiento nos hace libres, pero lo que nos hace libres, como dijo Jesús, es la verdad; Juan 8:32 –y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres–.
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