Opinión

Entropía social

En física la entropía es una magnitud termodinámica que indica el grado de desorden molecular de un sistema, expresión que también se puede predicar de un sistema político, pudiendo evaluar el grado de desorden o caos, denominándose en este caso entropía social. Existen muchos factores que pueden incidir en la generación de caos político y social, más en un sistema organizado, previsible y estable bajo reglas democráticas como es el nuestro, uno de los que más desorden puede generar es la ruptura del principio de legalidad, de tal manera que su verdadera expresión quede al albur de la autoridad responsable en su aplicación, lo cual se agrava cuando este no cumplimiento de la ley se permite en favor de aquellos que quieren no solo generar desorden en el sistema, sino que lo que pretenden es destruirlo. Cuando el desorden se apodera de un sistema, la autoridad se descompone en beneficio del caos, de tal suerte que el aumento de la entropía podría generar una implosión de aquel. La corrupción del régimen comienza cuando el incumplimiento de las normas se presenta como algo resistible e incluso para algunos atractivo, hasta el punto de que el transgresor encuentra un cierto grado de simpatía, y a veces empatía, que le permite soslayar el cumplimiento, tal cual podríamos considerar una ligera trastada de un niño. Una de las frases más repetida de Maquiavelo en los últimos tiempos es la que reza: «El que tolera el desorden para evitar la guerra tiene primero el desorden y después la guerra». El hecho de que esta frase se repita en muchos artículos es muestra de la preocupación que genera que las normas no sean cumplidas. Pareciera que el sistema solo ofrece respuestas sancionadoras frente al infractor individual, y por ello, cuando la transgresión es cometida por un colectivo, el sistema se adapta, se moldea y transige, permitiendo revoluciones en el sentido más estricto de la palabra. Dante asignó la novena fosa del octavo circulo del infierno a los sembradores de discordia y maldad, responsables de cismas políticos y guerras civiles, siendo mutilados por un demonio que vuelve a abrir sus heridas tan pronto curan, como contrapeso a las divisiones que generaron. La exigencia del cumplimiento de la ley es el mejor antídoto frente al desorden y al castigo.