Opinión
Aprender del pasado
Ortega una y otra vez, y no deberíamos cansarnos de releer todo lo que escribió. Nuestro mejor filósofo del siglo XX ha sido demonizado por no rebelarse frente a la dictadura de Franco, pareciera que el hecho de no exiliarse supone una nota de cuestionamiento de su ideología profundamente liberal, contraria a cualquier fundamentalismo político, entre los que están tanto el comunismo como el fascismo. Cuando nos enfrentamos a dos males parece que surge la necesidad de elegir el menor, pero el problema se agrava cuando esta elección no resulta tan sencilla ante lo difícil que se presenta valorar con una perspectiva racional la entidad de los dos males.
Ortega se entregó con entusiasmo a la construcción de la Segunda República, más cuando constató que el sistema político se transformó en una república ideologizada desde el comunismo y que no respetaba los valores y principios de la Constitución que la había alumbrado, sintió una profunda pena y frustración.
Ortega sostenía que desde Europa se justificaba a la República por razones ideológicas, sin que se tuvieran en cuenta los atropellos y excesos antidemocráticos que se cometían en su seno. Como destaca Vargas Llosa en la Llamada de la Tribu «Ortega no podía ni quería tomar partido por uno de los bandos hostiles, sobre todo desde que llegó a la conclusión de que la pugna no era tanto entre la República democrática y el fascismo sino entre éste y los comunistas». Se dice que el menor de dos males es un principio ético que justifica la elección de un mal para evitar otro mal mayor, lo que en derecho denominados estado de necesidad; la condición del principio es la de un dilema estrictamente binario, es decir, que no haya posibilidad de una tercera opción, y la solución, aunque sea meramente especulativa sería estudiar si cabía o no una tercera opción, pero esto queda para los juegos de ucronía. Los verdaderos esfuerzos de memoria histórica deben ir mas orientados a fortalecer la concordia nacional para evitar una letal descomposición del sistema democrático, tal cual ocurrió al final de la Segunda República, y así evitar cualquier impulso de salvadores de la patria, y esto solo se consigue afirmando uno y otro día los valores democráticos que tanto defendió Ortega. En democracia la solución es mas democracia.
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