Opinión

China y EEUU siguen con su guerra comercial

Europa se desacelera impasible ante la guerra comercial que están librando China y EEUU. Este pasado lunes nos encontramos, por un lado, con nuevos golpes comerciales entre Trump y Xi Jinping y, por otro, con nuevos y preocupantes datos sobre la salud económica de Europa. Comencemos con el choque comercial: como reacción al anuncio estadounidense de un incremento del 10% en sus aranceles contra las importaciones chinas, el país asiático comunicó que va a suspender sus compras de productos agrarios a EE UU
–agravando con ello la ya dura crisis que está atravesando el campo estadounidense como consecuencia de las trabas previas, que China ya había establecido contra las importaciones de su sector primario– y, además, ha dejado que el yuan se deprecie hasta su nivel más bajo desde 2008. Con ello no sólo pretende paliar parte de los efectos del aumento arancelario –si el valor del yuan cae frente al dólar, al consumidor estadounidense no se le encarecen tanto las mercancías que importe desde China–, sino también desafiar a Trump. Al cabo, el republicano lleva meses acusando al gobierno chino de «manipular» el valor de su divisa para potenciar artificialmente su competitividad y, de hecho, ayer planteó la posibilidad de denunciar a China ante el FMI en calidad de «manipulador monetario». Las relaciones entre ambos países, pues, parecen más alejadas que nunca aun tras el acercamiento que vivieron en la reciente cumbre del G-20 en Osaka. Veremos hasta qué punto Trump sólo está tensando la cuerda para, como suele finalmente hacer, cerrar un acuerdo mínimamente beneficioso para ambas partes o si, en cambio, la economía mundial va a seguir descendiendo hacia los abismos como resultado de la refriega nacionalista y antiglobalizadora de EE UU y China. El lunes también conocimos dos datos que deberían preocupar a los europeos. Primero, la economía alemana parece hallarse al borde de la recesión, en tanto en cuanto su sector manufacturero está en su peor momento desde 2012, y su sector servicios tampoco anda muy boyante. De ahí que el PMI compuesto de Alemania –un indicador adelantado de la evolución de su PIB– se ubicara en julio en 50,9 –por debajo de 50 indica recesión–. Por otro, la economía española también continúa ralentizándose. El PMI de nuestro sector servicios (entre los que se encuentra el turismo) registró en julio la marca de 52,9 (frente a la previsión de 53,6), lo que acredita que el mal dato del PIB del segundo trimestre de 2019 no fue algo anecdótico y que continuamos frenándonos. La guerra comercial está estrangulando a las industrias nacionales de economías exportadoras y, en última instancia, también está perjudicando al resto de sus sectores productivos. Europa es un convidado de piedra en esta partida de ajedrez global y lo único que podrían hacer nuestros gobernantes para minimizar el golpe –liberalizar nuestra economía y bajar impuestos– se niegan a ejecutarlo. Confiemos en que Trump y Xi Jinping icen pronto la bandera blanca.