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Opinión
El brote de listeriosis: primera crisis del Gobierno andaluz de Moreno Bonilla
Desgraciadamente, parece que no hay agosto sin crisis. En este caso, sanitaria… y no pequeña. La Junta de Andalucía, el llamado ‘Gobierno del cambio’ que preside Juanma Moreno Bonilla, debe afrontar un brote de listeriosis que ha afectado ya a casi 200 personas, algunas embarazadas, y que ha costado la vida a dos. El escándalo no ha hecho más que empezar.
A
los expertos en liderazgo nos son familiares estas situaciones, que
revisten una gran complejidad. Las crisis pueden darse no solo en el
ámbito
público
sino también en el de la empresa privada. ¿Cómo
se sale de ellas? ¿Cómo
se gestionan con éxito?
¿Cómo
se recupera la imagen de un líder, de una administración, de una
corporación, de una institución privada cuando acaece una crisis,
que normalmente no estaba prevista? Es uno de los retos más
difíciles
para un líder…
tal vez el más
complejo.
Distintos
tipos de crisis
Hay
que dejar sentado desde el principio que no todas las crisis son
iguales.
Las
más sencillas de detectar y corregir son las objetivas: las originan
un cambio político, un desastre, un conflicto laboral…
Existe
un segundo tipo de crisis: las subjetivas. Estas no tienen su raíz
en un hecho concreto, sino que son más
‘sutiles’,
emocionales. Un rumor, normalmente infundado, las torpes
declaraciones de un político,
una campaña
de descrédito
lanzada por un competidor… todas ellas pueden dañar gravemente una
imagen reputacional construida con mucho esfuerzo a lo largo de
décadas; fíjense en lo que le está ocurriendo a Plácido Domingo,
sin entrar a valorar si las acusaciones de este grupo de mujeres son
ciertas o no.
La
tercera clase de crisis es la compuesta por las que tienen un
carácter
‘técnico’:
un fallo informático
o un accidente podrían ser dos buenos ejemplos.
Crisis
políticas;
las más letales y complejas de atajar
Pero
hoy, nos vamos a ocupar de las crisis de ámbito
meramente político;
en ellas se rompe el funcionamiento ordinario del sistema político y
de las relaciones que rigen entre el gobernante, la Administración y
los actores que lo componen, ya sean estos los ciudadanos o las
organizaciones sociales, empresariales o sindicales, por poner varios
ejemplos. Pueden producir graves episodios de inestabilidad
institucional y de incertidumbre. Cambios legislativos o
regulatorios, negligencias en los sistemas de control y vigilancia,
como ha sido el caso de esta crisis sanitaria andaluza, suelen estar
en su origen.
Errores
típicos
a la hora de atajar las crisis políticas
El
fallo más
grave ante ellas es ‘esconderse’,
o ‘taparse
los ojos’… minimizar su impacto o incluso comenzar por negar su
existencia. Siempre es igual y este caso no parece que haya sido una
excepción. Se tarda en dar respuestas, como lamentablemente hemos
visto en los responsables sanitarios de la Junta, y ello provoca
rumores, campañas en contra, y sobre todo inquietud e incertidumbre
en los ciudadanos.
Lo
peor que puede hacerse en estos casos en mentir. La mentira es
imperdonable, y cuando se detecta por parte de la opinión o de la
oposición y los actores implicados, el único camino es la dimisión
porque ya se ha perdido toda la credibilidad y la confianza.
Respuestas
a una crisis; el protocolo urgente y necesario
Establecer
un portavoz único que centralice los mensajes y contrarreste los
bulos, un equipo de ‘community
managers’
que ejerzan la réplica y den la batalla en las redes sociales, campo
activo siempre de la intoxicación, la propaganda y la
contrapropaganda, y un grupo de expertos que asesoren en cuestiones
que suelen ser técnicamente complejas son nucleares.
La
creación
de un ‘gabinete de crisis’ que coordine las políticas activas
para superar y zanjar la crisis es fundamental. Nada de esto parece
haberse visto, tal vez por falta de experiencia en la gestión de la
aún
‘nueva’
Administración
andaluza, en este tremendo brote de listeriosis.
Lo
cierto es que, desde el 15 de agosto, fecha en que se decretó la
alerta alimentaria, un cúmulo
de errores o negligencias de cuya responsabilidad no cabe eximir a la
Junta de Andalucía, han salpicado esta crisis.
Uno
de los errores más graves en una larga cadena de despropósitos que
comenzó desde el momento que, en la segunda quincena de julio, no
fue bien valorado un informe interno de la propia Consejería de
Salud en que se daba cuenta de la detección de los primeros casos.
Muchos días, como se ve, hasta ese 15 de agosto. La carne apestada
de listeriosis no se retiró hasta el 14 de agosto, un día antes del
establecimiento de esa alerta. La Administración
autonómica
andaluza solo reconoce un desfase 'de dos o tres' días... parece muy
difícil
de creer.
Particularmente
criticable ha sido la tremenda negligencia que ha supuesto la
comercialización de esta carne, 'La
Mechá',
bajo
el formato de 'marca blanca', por cierto, sin etiquetar. Las
autoridades sanitarias andaluzas no tenían
ni idea de este extremo... ¡hasta
seis días después! Hasta el 21 de agosto, solo se habían retirado
del mercado las existencias comercializadas por la marca 'Magrudis',
en cuya fábrica
-más
en concreto en su maquinaria- parece estar el foco de la infección.
Otro
aspecto criticable es el desprecio por parte de los responsables del
gabinete técnico de la Junta para la gestión de la crisis de la
llamada 'contaminación
cruzada'. ¿Se
mentía?
A la vez que se hacían estas declaraciones se ordenaba la inspección
de cortadoras y otros aparatos, en distintos establecimientos, que
habrían estado en contacto con la carne infectada.
Se
buscan responsabilidades; se pide justicia
El
origen del brote, ya lo he indicado, parece estar en la máquina de
mechar carne de la empresa ‘Magrudis’,
según
parece por falta de higiene. Tremendo. ¿Dónde
estaban los controles? ¿No había inspecciones? Hago notar aquí que
no solo la Junta de Andalucía sino el propio Ministerio de Sanidad,
de la señora Carcedo, y el Ayuntamiento de Sevilla tienen su cuota
parte de responsabilidad.
El
asunto está ya en manos de la Fiscalía. Ha sido el Ministerio
Público el que ha abierto diligencias 'de oficio', al margen de la
investigación sanitaria que lleva a cabo la Consejería Andaluza de
Sanidad. De momento, el foco está puesto en la empresa Martínez
León,
que vendía bajo esa 'marca blanca' productos de
'Magrudis'
pero sin etiqueta. Una irregularidad grave, según el Ministerio de
Sanidad.
La
empresa ha emitido un comunicado en el que se confiesa 'en estado de
shock'. A buenas horas...
Casi
200 afectados y dos fallecidos esperan ahora una respuesta de la
Administración. No puede ser que, en pleno siglo XXI, en España,
sigan produciéndose
estas crisis sanitarias, más propias de países subdesarrollados que
de un estado moderno, ante la ineficacia de los responsables públicos
y la perplejidad de los ciudadanos, que son al fin y al cabo los
principales afectados por ellas.
Continuaremos
muy atentos a la evolución de los acontecimientos porque me temo que
este asunto, desgraciadamente, traerá mucha más
cola.
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