Opinión

Infiernos fiscales

No cabe duda de que el lenguaje es una de las principales armas en el debate político; se buscan expresiones que, aunque no obedezcan a rigor técnico alguno, sirvan para describir alguna idea driblando la realidad. Cuando una administración autonómica decide ejecutar una política fiscal basada en bajadas de impuestos, gracias a una mayor responsabilidad en el gasto manteniendo una elevada calidad de los servicios públicos, algunos lo describen, no sin cierta mala intención, como dumping fiscal. El término dumping es usado en el ámbito mercantil para definir las ventas a pérdida como un acto de competencia desleal, consistiendo en vender por debajo del precio normal, o a precios inferiores al costo, con el fin de eliminar a la competencia y adueñarse del mercado, esto es, perder al principio para ganar al final sobre la base de eliminar al competidor; a este concepto se le añade el termino fiscal para calificar la bajada de impuestos. No me cabe duda de lo erróneo de esta expresión cuando se refiere a la política fiscal de comunidades autónomas que bonifican el impuesto de sucesiones y donaciones entre familiares, establece bonificaciones fiscales en el casi inédito impuesto en Europa sobre el patrimonio, prescinde de extrañas figuras impositivas con pretextos medioambientales, o aminora la tributación en el tramo autonómico del IRPF; todo esto se califica como dumping fiscal, llegando a utilizar algunos la expresión de paraíso fiscal, con gran desconocimiento de lo que supone como término asimilado al de territorio de nula o baja tributación fiscal. Pero la cuestión no es que estas bajadas de impuestos conviertan a un territorio en un paraíso fiscal, que no, se actúa dentro de los márgenes que el ordenamiento jurídico del Estado y el propio le ofrecen, y se toman decisiones orientadas hacia el beneficio de los ciudadanos. La cuestión es si por el contrario algunos lo que quieren es mantener auténticos infiernos fiscales, donde la pésima gestión se pretende enjugar con una alta recaudación fiscal para alimentar el desmesurado gasto propio de un ineficiente ejercicio del gobierno. Decía Sun Tzu que «Cuando se agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo presión. Cuando el poder y los recursos se han agotado, se arruina el propio país». La generación de riqueza y trabajo es el mejor impuesto para un Estado.